Entrañable carta de una maestra del Juan González a sus alumnos y compañeros

Gracia Fregenal Rojo es maestra del CEIP Maestro Don Juan González, en esta carta escrita desde la nostalgia y el cariño hacía sus alumnos reclama una mayor atención a la Escuela. A una Escuela con mayúscula.

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Gracia Fregenal Rojo. Maestra del CEIP Maestro Don Juan González

En estos días convulsos que nos han tocado vivir, no puedo dejar de repetir en mi mente aturdida, una bella palabra que a penas oigo en los medios, en las redes, en las calles…mi bella palabra es ESCUELA.

Añoro oír la palabra que me indujo a ser lo que soy, MAESTRA (con mayúscula las dos).
¿Por qué este sentimiento?, ¿Por qué ahora? Porque en la era de las tecnologías, las telecomunicaciones e internet, estoy descubriendo que ninguna es capaz de sustituir a la ESCUELA. Porque ESCUELA es relaciones personales, sentimientos y emociones. Es el “Buenos días” de cada uno de mis niños y niñas, con cara de ilusión o con cara de sueño, pero buenísimos días; es una mano levantada para contar lo que hice ayer; es el dibujo de un corazón irregular y multicolor con mi nombre arriba y la leyenda “Eres la mejor maestra del mundo. Te quiero”.

ESCUELA son 26 almas blancas correteando por un aula, vociferando, tropezando con las mesas y riendo sin parar. Son libretas de colores, son letras de mil formas y números por doquier. Es un libro mal escrito, un cuadernillo manchado, una ficha arrugada y otra tan pulcra que habría que enmarcar. Es el olor a inocencia, una caída en el recreo y una cura de botiquín con más amor que dosis de betadine… Mi ESCUELA es todo eso y mucho más…Mi ESCUELA es todo lo que ni en estos tiempos de tecnologías, ni en los venideros, con más avances y más redes se podrá conseguir, porque ningún ordenador, ninguna plataforma, ninguna classroom llegarán nunca a traspasar corazones , a conseguir caras de sorpresa porque hoy toca trabajar en grupo, de expectación porque nos darán la nota del control, de alegría porque hoy hay Educación Física o de nervios porque no he traído la tarea hecha.

Todo eso sólo lo consigue mi ESCUELA. Esa a la que voy desde hace treinta y seis años, a la que llego día tras día, unos con cara de cansancio, quizá no dormí bien, otros con cara expectante porque el nuevo tema lo voy a comenzar con un juego muy chulo ¿cómo saldrá?, otro con ganas de pasarlo bien, es el cumple de Manuel…

Esa ESCUELA, mi ESCUELA, estos días está cerrada, está vacía, se siente inerte, sin vida… y pocos la nombran, pocos la oyen, aunque nos llama, porque en estos días convulsos que nos han tocado vivir, sólo suenan Séneca, iPasen, Moddle, Classroom, Youtoube… y… ¡suenan mucho y muy fuerte! Y gritan alto, tan alto que no dejan que se escuche el susurro de mi ESCUELA…y yo… lloro como un niño, como cualquiera de mis niños y niñas cuando olvidan un trabajo y sus nervios lo traicionan y sus lágrimas invaden sus ojos serenos pero tristes porque en el fondo ellos y yo sabemos que a pesar de todo en nuestra ESCUELA… ¡Se está tan bien!
Así lo siento y así os lo cuento.
A mis niños y niñas. A mis compañeros y compañeras. En estos tiempos convulsos.

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