Agravio comparativo

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José A. Ortega | Periodista y Escritor

Hoy quiero contarles una breve historia que pone de manifiesto, una vez más, la escasa catadura moral del actual alcalde de Los Barrios. Y lo hago, con sumo gusto, a petición de la protagonista de dicha historia, una víctima más de la mala hostia con la que con frecuencia actúa el primer edil barreño.

Se trata de lo que muy recientemente le ha acontecido a una funcionaria municipal que tiene problemas de movilidad y que ha sido víctima de la insensibilidad, la falta de empatía y la soberbia del señor Romero. Con motivo de la discapacidad que sufre, esta empleada del Ayuntamiento solicitó la rebaja del bordillo de la acera a la puerta de su domicilio para poder entrar y salir sin dificultad con el vehículo adaptado que utiliza para desplazarse. Una medida concedida y aplicada en otros casos similares de vecinos de la localidad con problemas de movilidad, discapacidad y/o dependencia, que, normalmente, siempre ha corrido por cuenta del Consistorio, puesto que el acerado forma parte de la vía pública, al menos hasta antes de la llegada de los andalucistas a la alcaldía.

Sin embargo, y como era de esperar, su petición cayó en saco roto y se topó con la incomprensión de los actuales responsables municipales, que primero le dieron esperanzas, luego evasivas y, finalmente, un no por respuesta. Un no con un comentario no exento de malicia de nuestra poco ilustrísima primera autoridad municipal en una sesión de pleno ordinario, instancia hasta la que llegó la solicitud de esta funcionaria, a iniciativa de uno de los grupos políticos con representación en la Corporación local barreña. Esa misma poco ilustrísima primera autoridad municipal que se jacta en prensa de lo que se ha invertido desde que es regidor en la eliminación de barreras arquitectónicas en todo el pueblo. ¡Qué ironía!

Efectivamente, tiene razón el señor Romero. El Ayuntamiento puede que no esté obligado a ejecutar y costear todas las obras de acceso para minusválidos a la entrada de las viviendas de los afectados que lo pidan, pero lo ha hecho en muchas ocasiones –previo informe favorable de la Policía Municipal–  sin que ello implique ningún grave perjuicio para las arcas de la institución.

Está bastante claro que el señor Romero y sus compañeros de filas en eso de infligir agravios comparativos son todos unos hachas. Será por eso que para ellos todos los trabajadores municipales son unos enchufados, excepto aquellos que les doran la píldora. Los colaboradores o colaboracionistas con el régimen implantado desde 2011 para acá, que, a diferencia del resto, perciben hasta suculentas gratificaciones.

Pero… ¿qué otra cosa se puede esperar de un tío que en lugar de estar a la altura del cargo que ostenta se dedica a soltar exabruptos, no ya solo en la sede donde reside la soberanía popular, sino a través de las redes sociales, donde, por cierto, se prodiga –se diría que porque curra  por los intereses de los veintitrés mil ciudadanos de Los Barrios menos de lo que presume y proclama– con excesiva frecuencia? Soltar exabruptos y, de paso, tratar de amedrentar a internautas que osan criticarle. Como es el caso de alguien a quien conozco y al que –¡fíjense hasta donde llega la broma!– amenazó con denunciar por tener instalado el aparato de aire acondicionado en el exterior de su casa permitiendo el vertido de agua a la calle e incumpliendo así las ordenanzas locales correspondientes. Y ello a pesar de que mucho de los edificios municipales que cuentan con aparato de aire acondicionado se encuentran en esa misma situación.

¿Se puede ser más impresentable? Juzguen ustedes…

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