En rojo y negro

Des-Escolarizar la escolarización

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Ya está aquí esa enorme preocupación de las familias por encontrar plaza escolar en un centro educativo determinado. Porque las familias, la mayoría, sopesan mucho este asunto, ya que incide tanto en las condiciones materiales de lo cotidiano como en la ideología que cada cual tiene. Que la hija o el hijo no entre en un centro concreto supone para las familias un auténtico problema. Por ello, desde hace décadas, un sector de la población viene demandando el derecho a elegir centros educativos. Los nuevos políticos de la Junta de Andalucía publican un nuevo Decreto que, según ellos, permitiera la libre elección de centro regulando los criterios y procedimientos de admisión del alumnado en los centros docentes públicos y privados concertados. Los privados sin concierto matriculan a quienes les parece, ya que las familias lo pagan.

Esta “democratización” que se pretende instalar para libre elección de centro choca con la dura realidad, ya que para ejercer esa pretendida “libre elección” hace falta tener dineros que sostengan los desplazamientos, los uniformes, las actividades complementarias (no gratuitas), así como otros aspectos onerosos para las economías familiares, exigidos en determinados centros educativos, aunque en teoría no puedan hacerlo. Y eso que el artículo 1 de este decreto dice lo siguiente: “1. Todas las personas entre tres y dieciocho años tienen derecho a una plaza escolar gratuita que les garantice, en condiciones de calidad, cursar el segundo ciclo de educación infantil, la enseñanza básica y el bachillerato sin más limitaciones que los requisitos de edad”. En el mejor de los casos, que tampoco, ofrecen noche de hotel “gratis” en el polo norte y páguese Ud. mismo todos los demás gastos. Un timo, ya que para hacer efectivo ese derecho, la Junta de Andalucía, debe correr con todos los gastos, que no son pocos, comenzando por articular una red de transporte escolar gratuito en las ciudades y grandes municipios.

¿Puede una familia elegir “libremente” escolarizar a su prole en un centro privado concertado que se encuentre a 5 o 6 km de su domicilio? Para ello debería tener medios para realizar ese desplazamiento diario, de ida y vuelta, de lunes a viernes. No contando con transporte escolar o vehículo propio y aún en el caso de que una línea de transporte público convencional lo permita, hay que considerar que muchos menores deben ir acompañados. ¿Puede una familia elegir libremente escolarizar en un centro privado concertado? Evidentemente si cuenta con dinero que le permita atender los gastos que este les exija. Y si la familia no tiene dinero ¿le garantiza la Junta de Andalucía una beca que haga realmente gratuita su escolarización en ese centro concertado? La Junta le dirá que no porque son centros concertados y todo, absolutamente todo debe ser gratuito, no pudiendo discriminarse al alumnado por motivos económicos para el desarrollo de actividades curriculares.

No parece que sea posible que esta “libertad” sea real. Más aún para quienes padecen determinadas circunstancias ¿Puede una familia de alumnado con necesidades educativas especiales “elegir libremente” la escolarización? No parece que esta libertad les llegue a quienes se encuentran en esta situación, ya que la Junta no concierta en todos los centros privados los servicios necesarios. A pesar de la obligación que el decreto endosa a la Junta de Andalucía responsable de “una adecuada y equilibrada escolarización del alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo”. ¡Ojo! Sólo en el preámbulo.

A los enormes intereses empresariales privados se suman los familiares y nunca ha sido fácil contentar a todo el mundo en esto de la escolarización, ya que la presión de las familias es grande. Cada año un delicado equilibrio se rompe y surgen miles de reclamaciones, por fraude en la escolarización multitud de ellas. Y si es cierto que las demandas en ocasiones exceden con mucho la oferta de plazas escolares, modificar el sistema provocará sin duda problemas nuevos, cosa normal, pero sin remediar los antiguos.

Se avecina un dislate cuando en determinadas zonas, quienes viven pared con pared con un centro educativo tengan que escolarizar “sin libertad ninguna” a sus hijos e hijas en centros a kilómetros de distancias, eso sí, sin garantía de una beca que cubra el quebranto económico y de tiempo familiar para acompañarlos. Fenómeno este que en muchas ciudades ya se viene produciendo desde hace muchos años en el fondo es des-escolarizar la escolarización.

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