Ordenaba que: «Los cementerios fuera de las poblaciones siempre que no hubiere dificultad invencible o grandes anchuras dentro de ellas, en sitios ventilados e inmediatos a las Parroquias y distantes de las casas de los vecinos y se aprovecharán para capillas de los mismos cementerios las ermitas que existan fuera de los pueblos».
A pesar de estar a favor el clero de enterrar fuera de las iglesias tardó en ser desterrada esta costumbre. En Los Barrios Juan Herrera Caballero el 1 de octubre de 1804 fue el último en ser enterrando en la Iglesia de San Isidro Labrador.
Por otro lado a finales del siglo XVIII por el puerto de Cádiz procedente de América llega España la fiebre amarilla (por los signos de ictericia que afecta a los enfermos) esta epidemia transportada por comerciantes y viajeros provocó millones de muertos, la población tuvo que convivir con ella hasta que en 1881 el cubano Carlos Finlay descubrió que era transmitida por mosquitos de los géneros Aedes y Haemagogus, no fue erradicada hasta principios del siglo XX.
Las epidemias de fiebre amarilla y cólera morbo cambiaron los hábitos de higiene de la población, tomando mayor conciencia de la salubridad, la sanidad y la organización sanitaria.
El verano de 1804 en Los Barrios esta epidemia actúa de forma muy virulenta, los enfermos son atendidos en el Hospital de la Caridad (hoy Hogar del Pensionista en el Paseo de la Constitución) y eran enterrados en un cementerio cercano (hoy calle Vega de Maldonado, sucursal de Unicaja). La fiebre amarilla provoca tal mortandad que se habilita un terreno especial para los enterramientos en un lugar cercano llamado la Viñuela, en esta zona existían varios viñedos, por lo que es posible, que Viñuela derive de “vineola” diminutivo de vinea (viña), por la existencia de viñas de pequeñas dimensiones.
Con respecto al cementerio de la Viñuela tenemos pocas noticias de él, por una carta del párroco al obispo sabemos que no estaba vallado porque los perros y animales desenterraban los cuerpos para devorarlos, y que se empleó a un enterrador. Posiblemente solo fuera utilizado para la epidemia, porque al poco tiempo se empezó a utilizar el nuevo cementerio (hoy Parque de Blas Infante).