El grito de la Tierra

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Vivimos en un mundo convulso, en una sociedad algo agitada y en un planeta que atraviesa una crisis ambiental.

Este mundo moderno en el que vivimos se caracteriza por la voluntad de dominación de la naturaleza. El hombre, ve la Tierra tan sólo como un arca llena de recursos que puede explotar y alterar de manera ilimitada, imponiendo un estilo de vida que no es saludable ni para él ni para el propio planeta en el que vive. Haciendo uso de su libre albedrío, ha querido crear su propio mundo, un universo hecho a su imagen y semejanza.

Esta práctica cultural del ser humano, de hacer y deshacer conforme a su propia voluntad, sin respetar el orden y la armonía, las leyes naturales y colocar sus intereses en el centro del universo, está teniendo nefastas consecuencias. Todos lo estamos sufriendo. Es algo evidente aunque haya muchos que lo nieguen apelando a intereses políticos y económicos ocultos.

Pienso que una de las causas que ha llevado al ser humano a esta triste y angustiosa realidad ha sido la pérdida del encantamiento y la capacidad de asombro y admiración de todo cuanto le rodea, olvidando el sentido de pertenencia a la naturaleza y al universo. Ya no contempla la Tierra como Madre y Casa común, como diría el papa Francisco. Simplemente, se ha hecho sordo a su clamor.

Incapaz de escuchar el susurro del viento, el canto de los árboles, el latir de las montañas, el rumor del mar, el silbido de los pájaros. Ciego a la majestuosidad del firmamento, a la belleza de la naturaleza, a la perfección que la define. Mudo para denunciar las atrocidades que se cometen contra ella. El ser humano se ha convertido en un lobo para sí, para los demás y para su escenario vital que es el mundo. Todo sufrimos una especie de “lobotomía”, en palabras de Leonardo Boff, que nos hace insensibles al grito de la Tierra que gime de abandono y de dolor.

“Laudato sí”, quizás el documento más progresista y reivindicativo que haya salido de un líder mundial, nos llama a la construcción de un mundo mejor. Este es el reto y no otro, proteger y cuidar nuestra Casa común, incluyendo a toda la familia humana.

Amigos y amigas, nos urge volver a una cosmología que hable de la Tierra como algo viviente y del ser humano como una pequeña porción de esa Tierra que siente, ama, cuida, respeta, valora. Necesitamos recrear una concepción planetaria que llene de sensibilidad nuestros corazones insensibles y nos haga tomar conciencia de la interconexión o comunión en la que vivimos con todo el universo. Humanizar nuestra humanidad perdida para restaurar la naturaleza dañada y cuidar la casa en la que vivimos, es nuestro reto y nuestra obligación. Un abrazo a todos. Ánimo y adelante.

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