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El morisco, vivienda vernácula de Los Barrios

El morisco o choza forma parte de las viviendas vernáculas de ámbito rural que María Bolos y Capdevila, en 1978, clasificó como construcciones con elementos naturales, es decir, con materiales de la naturaleza (piedra, madera y vegetales) una arquitectura que, en vez de cambiar el medio natural, se adapta al clima y la geografía.

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El arte de apilar las piedras sin labrar, sólo sustentada por su propio peso sin ningún tipo de argamasa, salvo tierra seca, llamado piedra seca, ha sido inscrito por la Unesco en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, decisión tomada por el Comité intergubernamental encargado de la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial reunido del 26 de noviembre al 1 de diciembre de 2018 en Port Louis, (República de Mauricio).

El Comité está compuesto por representantes de 24 Estados, la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial se reúne una vez al año para supervisar la aplicación de este instrumento jurídico ratificado por 178 Estados.

Dice la candidatura que ha sido impulsada por los países en los que es tradición de las zonas rurales (España, Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia y Suiza): «El arte de los muros de piedra seca se refiere al conocimiento relacionado con la fabricación de construcciones de piedra al apilar piedras unas sobre otras, sin utilizar ningún otro material, excepto el suelo a veces seco», utilizada «desde la prehistoria» que «ejemplifica una relación armoniosa entre los seres humanos y la naturaleza». Se ha valorado especialmente que «es una tradición viva», que «proporciona a todos sus profesionales un fuerte sentido de identidad» y juega un «papel fundamental en la creación y el mantenimiento del entorno vital».

Las formas de construcción del hábitat rural en Andalucía reciben el nombre de: Chozos, chamizos, cobertizos, chozas, chozuelos, cabañas, barracas, tapichozas, chozos de horcones, albergue, casas pajizas, rosqueras, torrucas, casal, hormazos, bombos, cubillos, etc., sólo en el término municipal de Los Barrios hemos encontrado que se llamen a estas construcciones morisco.

Las fuentes documentales vienen a demostrar que este tipo de vivienda es muy habitual en el mundo rural de Andalucía, entre ellas, la realizada por el antropólogo Julio Caro Baroja, en 1979, donde describe las chozas de cubierta vegetal agregadas a cortijos de las Campiñas de Córdoba y Sevilla, aportando unos dibujos de campo realizados a finales de los años 40 del pasado siglo, también J.A. Hasler, en 1966, documentó de manera muy gráfica la construcción del típico chozo vegetal extremeño. Las guías naturalistas de la provincia de Cádiz III: Sierras del Aljibe y del Campo de Gibraltar”, publicado por la Diputación de Cádiz en 1988, dice: “En las Sierras de Ojén y Luna se encuentran chozos rojizos de planta circular y cubierta cónica. Su origen es más antiguo. Se remonta a los pobladores que se desplazaron desde zonas del norte durante el siglo XVII”.

Domingo Mariscal en su obra “Diccionario barreño” recoge el vocablo morisco con dos acepciones:

– Construcción tradicional de planta circular, muros de piedra o ramas y cobertura vegetal de juncos, palmas, brezos u otras plantas.

– Escobón, planta de la familia de las leguminosas, de flores amarillas, que pierde muy pronto las hojas y queda con una multitud de tallos finos y verdes, muy usados como escobas y para techar chozas y moriscos. (Cytisus striatus)

Por lo tanto, las chozas cubiertas con elementos vegetales toman el nombre de morisco (escobones) en el término de Los Barrios, en principio a las redondas, en el ámbito rural, realizadas completamente de elementos vegetales, más tarde se ha generalizado el término a las rectangulares con paredes de piedra.

El profesor Juan Agudo Torrico dice que esta arquitectura tradicional continúa estando dentro de lo que por unos se denomina “patrimonio menor”, “patrimonio cultural prescindible”, o “arquitectura efímera”, de manera que su perdida no supondría un menoscabo importante de nuestro patrimonio cultural y arquitectónico, en nuestra opinión, la protección por la Unesco coloca la conservación y estudio de este tipo de construcciones rurales en un elemento prioritario para su conservación y estudio.

Tras la pérdida de Gibraltar, en 1704, algunos exiliados se dirigieron a las inmediaciones de la ermita de San Isidro, en el Cortijo del Tinoco, propiedad de Juan Felipe García de Ariño, sobrino y sucesor de Bartolomé de Escoto y este le permitió instalarse construyendo este tipo de chozas en lo que hoy es el núcleo urbano de Los Barrios, este mismo estilo de construcciones son las que encontró Jorge Próspero de Verboom cuando, en 1721, realizó el trazado de la ciudad de Algeciras.

Estas construcciones fueron una forma de hábitat rural hasta mediados del siglo XX, ligadas a sistemas de aprovechamientos agropecuarios.

Por sus materiales se clasifican en:

  1. Paredes y techo vegetal, vivienda utilizada por temporadas (pastores, carboneros, etc.) este tipo de peor calidad fue llamado morisco. Por su estructura podían ser rectangular o circular.
  2. Paredes de piedra y techo vegetal (brezo, junco, etc…), vivienda habitual de la familia. Por su estructura también podían ser rectangular o circular la diferencia era que el primero tenía una pared interior que dividía la cocina del dormitorio, en ambos casos la pared de metro y medio de piedra unidos o no con argamasa. Si ésta era la arcilla del lugar se lograba al parecer un buen aislamiento térmico en verano y en invierno. Para la solería también se usaba la arenisca, cuando no otra vez el barro apisonado. En cuanto a la techumbre, para el armazón se utilizaba el quejigo o el aliso, árboles que resisten mejor las inclemencias atmosféricas y el ataque de bichos. Las vigas principales eran llamadas “cumbreras”, y sustentaban a las secundarias, las “costillas”, que encajaban en los muros mediante una muesca o “mortaja”. Luego, la estructura era cubierta con matorral de diversas especies, siendo el más usual el brezo de escoba, el “escobón”, que puede alcanzar hasta los tres metros de altura. En los sitios cercanos a la antigua Laguna de la Janda, también se usaba la castañuela. Este tipo de techado impedía que la lluvia calara y a la vez permitía que el humo saliese al exterior.

En los alrededores de la vivienda familiar el huerto, horno de pan y corral realizado normalmente con piedra seca.

 

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