El patíbulo

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José Salguero Duarte | Escritor

Los chorizos de la política española de cuna baja y cama alta, han provocado que en las últimas encuestas, saliera que a la población le preocupe más las corruptelas políticas que el terrorismo. Ocupando esta preocupación el segundo lugar después del desempleo. Y, según fue publicado, se ha podido mover más dinero negro en la corrupción que en la droga.

Varias muestras, de lo último anterior, lo pueden avalar los diferentes presuntos mangoneos de guante blanco llevados a cabo en la política corrupta española, como pueden ser los casos: Gürtel, Ere de Andalucía, Campeón, ITV de la familia Puyol en Cataluña, Nóos de Iñaki Urdangarín, esposo de la infanta Cristina; Pokémon, Palma Arena, Bárcenas y la presunta financiación ilegal del PP, etc.

No pudiéndome olvidar, de los casos de Bankia y Novagalicia por la indignidad, miseria y tiranía de aquellos banqueros y sus empleados, los que sin escrúpulo alguno con las preferentes… se han quedado presuntamente con los ahorros de toda una vida de esfuerzos y sacrificios realizados por personas mayores.

No imaginándose, lo desacreditados que están los implicados en los presuntos casos citados. Estando el pueblo al borde de un ataque de rebelión colectiva, hasta el punto, que hace días un conocido me dijo: “Se debería hacer un referéndum, para que se pudiera juzgar en las plazas principales de los pueblos y ciudades a los rateros de la política y de la banca… Y los que resulten culpables, se les azotará periódica y públicamente hasta que devuelvan todo lo robado, como hacía el Tribunal de la Inquisición”.

Tampoco es eso, le dije, porque estamos en un estado democrático, en donde no se puede tirar a nadie al pilón por las bravas ni apedrearlo. Pero mucho menos ahorcarlo como hizo el tirano Bush con Sadam Hussein, porque el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Inmediatamente, mi interlocutor, me contestó: “Los juzgados están saturados y hay que echarles una manita a los jueces. Por lo que, se debe constituir un consejo de ancianos del pueblo payo con cinco miembros y otro de patriarcas del pueblo gitano. En caso de empate el voto del miembro del consejo de más edad será el que decida si es el reo culpable o inocente. Un cronista independiente, levantará acta anotando correctamente el veredicto en los libros oficiales. Pero deberá ser cuidadoso para no errar al colocar la coma, porque no es lo mismo escribir -culpable no, inocente-, que, -culpable, no inocente-“.

Vaya tela, ¡qué duro eres!, le apunté de nuevo, replicándome: “En Algeciras se quitaría la fuente central de la Plaza Alta, para instalar allí un patíbulo y no un templete para que la banda municipal ofrezca conciertos musicales (por aquello de que la música amansa a las fieras). En los alrededores se instalarán gradas portátiles, y entre palmera y palmera en vez de las pancartas anunciando eventos deportivos, culturales… se pondrán otras de mayores dimensiones en las que se lean: EL PATÍBULO.

Una semana antes de celebrarse un juicio, se instalará frente al Casino de Algeciras, una casetilla de madera similar a la que colocan para vender las sillas para las carrozas de feria o, el de la venta de entradas para las corridas de toros. En donde un empleado municipal, no enchufado por los partidos, anotará a los ciudadanos que deseen ejercer voluntariamente de verdugos”.

Además, proseguía, “se podrán donar correas y cinturones con doble grosor de piel de rata, de camellos o de hienas y perros rabiosos con hebillas de acero. También se admitirán látigos de domadores de leones, así como, varas de acebuches, vergajos confeccionados con pichas de toros bravos y de berracos. Los artilugios recibidos se clasificarán por categorías y serán expuestos en vitrinas con cristales blindados, siendo protegidos por un escuadrón de la Guardia Real vestidos con su uniforme de gala”.

¡Uf!, exclamé, ¡qué bruto eres!, porque el patíbulo estará permanentemente instalado debido a tantas corruptelas existentes. Me imagino, al pueblo rugir con el dedo hacia abajo lo mismo que en los circos romanos. Y los posteriores azotes a los rateros, cómplices y encubridores, porque se irían de varillas por las trancas.

Pero como estoy en contra de toda clase de violencia, le dije, los dejaba a ellos, a su familia y a sus testaferros, en la más ruin de las pobrezas. Y después los pondría a construir cárceles para encerrarlos y a realizar trabajos sociales, como quiere imponer el Gobierno del PP de la Comunidad de Madrid con los parados.

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