El poeta Hamudí

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Manuel Ramírez Tocón | Ecritor y Analista

Con el ocaso de los Omeyas, la geografía andalusí se vio sembrada de pequeños reinos de taifas cuyo significado en español sería: bandos o facciones. Estos bandidos o facciosos habían perdido el patrocinio del califato cordobés originando este hecho una situación anárquica donde todos luchaban contra todos. La obligación de cada taifa de defender su pequeño reino no era fácil debido a la precaria situación económica por el empuje en la reconquista cristiana, esto obligó a combatir muchas veces más con imagen o prestigio que con las armas. Para ello se llamaba a filas a destacados poetas cuyo trabajo debía imprimir imagen de fuerza en el reino vecino.

Diez siglos han pasado de aquellas luchas entre bandos o facciones que dieron al traste con una hegemonía bien anclada. Tras este milenio nuevos reinos de taifas andalucistas, que no andalusíes, intentan perdurar tras el descalabro de su califato particular y de nuevo la voz de los poetas suple a la carencia de poder.

El rey taifo Hamudí barreño Jorge I, emulando a sus ancestros, ha emitido prosa para impresionar al vecino sanroqueño incluyendo versos donde el egoísmo rima con espejismo y donde la métrica larga es indirectamente proporcional a la calidad y el contenido. Bien pudiera este señor quemar tanto papiro y hacer señales de humo que si rimarían con lo volátil de su presencia. Que toquen las fanfarrias y desplieguen tapices, la codicia del ser humano no conoce fronteras étnicas, el tiempo se ha encargado de enseñarnos que el egoísmo y la prepotencia van unida a los reinos de taifa, al separatismo, y a todo bando comandado por visires de lo imposible. Que desplieguen estandartes porque cada vez están más cerca los que nos llegan con la nueva de la unificación, la razón y la esperanza. Que cuelguen las armas porque ya no habrá sombras con quien luchar sino un pueblo para oír y servir.

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