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Éramos felices y no lo sabíamos

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Mi amiga, Carmen Roldán (barreña, ella), me decía ayer comentando mi anterior artículo (Y se nos paró la vida) que éramos felices y no lo sabíamos. Y lleva toda la razón. La sencillez de nuestra propia vida. La familia. Recoger los viernes a los nietos. Comer en una buena venta los domingos y si tienen albóndigas, mejor que mejor. Vestir como me da la gana sin tener que dar explicaciones. Mis desayunos en el Coruña con mi tertulia hablando de lo divino y de lo humano. Mis artículos, mis tertulias en Onda Cero o en Onda Algeciras TV, mis libros , mis viajes.

Como decía en un artículo anterior, un buen día, la edad pone en equilibrio lo que es importante y lo que es urgente. Y ese día te relajas. Ese día empieza la vida. Es la segunda epifanía.

Ahora las reglas de juego de la vida son totalmente diferentes. Confinamiento total en casa. No puedo salir ni a comprar el pan. Vemos a los nietos por vídeo conferencia. Hemos creado un grupo de wassap para mi tertulia del Coruña. Un día estás mejor y otro de bajón. Se nos ha parado la vida y nos encontramos en una estado de guerra contra un enemigo invisible que queramos a no, nos da miedo. Tengo el récord de patologías y a veces pierdo hasta la noción del tiempo y dudas del día en que nos encontramos.
Esa felicidad que comentaba Carmen y que no sabíamos que la teníamos , la hemos perdido porque ya no distinguimos ni lo importante ni lo urgente.

Soy profundamente religioso. Se que eso no está de moda, pero a mi me reconforta. Y me reconforta escuchar a este Papa. Después de haberle escuchado el otro día hablar de “los santos de la puerta de al lado”, he leído ahora otra maravilla de descripción de lo que debe ser la vida que me ha aportado mi amigo Pascual Fiorenza:

“Que tu vida se vuelva un jardín de oportunidades para ser feliz. Que en tus primaveras seas amante de la alegría. Que en tus inviernos seas amigo de la sabiduría. Y que cuando te equivoques en el camino, comiences todo de nuevo.
Pues así serás cada vez más apasionado por la vida. Y descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta sino usar las lágrimas para regar la tolerancia. Usar las perdidas para refinar la paciencia. Usar las fallas para esculpir la serenidad. Usar el dolor para lapidar el placer. Usar los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia. Jamás desistas. Jamás desistas de ser feliz, pues la vida es un espectáculo imperdible y sólo tendrás esta oportunidad para disfrutarla. Tú eres un ser humano especial! Disfruta la Vida.
No vivas esperando, espera viviendo”.

Pues eso, no vivamos esperando, esperemos viviendo.

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