Estar en la luna sin pisarla

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Aquella familia, la compuesta por los padres y un hijo que frisaba los seis años, tenía la costumbre de ir todas las tardes de domingo a visitar al abuelo en la residencia de ancianos, aquella casa donde los mayores disponían de recursos y medios para facilitarle su vivir. Aquel anciano padecía de demencia senil y también estaba impedido fisícamente . Su familia aunque quisiera tenerlo en casa era imposible; su domicilio, un piso tercero de un bloque de aquellas torres urbanas, no tenía ascensor además, ellos trabajaban y aunque contrataran a una cuidadora o cuidador no podría ayudarle pues, para moverlo se necesitaba de grúa o un artilugio mecánico, el señor estaba muy obeso .

No hacía falta que al más pequeño de la casa los papás le dijeran los motivos porqué el abuelo había de estar en aquella residencia él, como todo niño, comprendía la situación y era consciente de lo mucho que en casa sus padres se acordaban del anciano. Pero, como decimos, todos los días festivos iban, después de salir de misa a hacerle compañía y llevarle unas sabrosas rosquillas que su hija había preparado con sumo cariño y, que el abuelo cuando les veía llegar esperaba con toda la ilusión. Llegaban y estaban con él que ya le esperaba sentado en su silla de ruedas en el jardín del que era su hogar. Lo besaban y le contemplaban como los que adoran una grandiosa estrella, la estrella de un padre que aunque esté en el cenit de su enfermedad siempre brilla en los corazones de su familia, pero como bien dijo el yerno a su nieto cuando le preguntó el porqué el abuelo no hablaba y estaba con su mirada perdida, el anciano estaba en la Luna aunque sin pisarla . Sí todos aunque no seamos viejos llegamos a estar en la Luna , pero cuando nos roba la terrible enfermedad la memoria entonces sí que quedamos en la luna, pero en la cara oscura. Nadie sabe lo que aquel hombre pensaba pero seguro que soñaba y soñaba. Al no poder hablar no podía comunicar la alegría a lo dicha que le suponía el ir junto a los selenitas, pero las alas de su mente,, como las de todos, son muy largas y aunque estemos en tierra firme podemos volar y volar alejándonos de la realidad.

El niño cuando está en la Luna piensa en alcanzar todos sueños , en que se hagan realidad , crecer y crecer, pero los mayores , como el de esta historia, ya les sobra esta tierra y por eso buscan la Luna para estar en ella días enteros y meterse en los cráteres de sus problemas , explorarlos como auténticos espeleólogos hasta que un día queden en la Luna para siempre, pues el morir de los mayores es marchar a junto de ese satélite que gira y gira y desde allí, cuando lleguen verdaderamente a estar en ella serán los que en las noches oscuras nos iluminen a los que siempre necesitamos de la tenue pero eficiente luz de Luna.
Pasados unos años, no muchos, el anciano falleció , ya no iban a la Residencia , aunque siempre tendrían un bonito y grato recuerdo de los profesionales que le atendieron, pero en las noches de Luna aquel matrimonio desde la ventana de su dormitorio miraban para ella .
Un día el niño sorprendió a sus padres llenos de emoción mirando al firmamento y el chico les dijo:-“¿ Papá , mamá, llevo tiempo dándome cuenta de que cuando el cielo está libre de nubes miráis por la ventana? Qué es lo que os llama la atención?”Y ellos contestaron :
-“ Hijo, miramos donde está él y allí también iremos nosotros uno y otro, pues ahora estamos en la Luna sin estar, pero mañana, cuando muramos, si que sabremos lo que es estar en La Luna , pues la luz de esa satélite es solamente un reflejo del amor de los que nos aman, por eso tanto la admiran los enamorados, las parejas que se aman porque saben que amar es estar en la Luna , pero también nos da pena de los que no entienden y no comprenden los guiños que los abuelos nos hacen en las noches estrelladas por eso, llena tu corazón de alegría y piensa que la Luna siempre te guía”

El niño quedó callado se fue a su habitación y aquella noche estuvo en la Luna pues soñó que por la ventana entraba la luz de su abuelo e iluminaba todos los rincones del alma para llenarlo de luz y nobleza para que fuera mañana, al despertar un hombre maravilloso y aunque perdiera la memoria siempre en sus adentros tuviera el recuerdo de aquella historia.

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