I Plan de Desarrollo Sostenible del Parque Natural del Estrecho

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Ángel Tomás Herrera | Abogado y Mediador

Panorámica de las Dunas de Punta Paloma, con Tarifa y el Estrecho al fondo ( Foto: Ángel T. Herrera ).

 

En julio de 2012, en un artículo publicado en este medio de comunicación que titulé “Los ladrillos que destruyen el edén”, hablaba sobre los peligros que se cernían sobre los cerros del Estrecho y las hermosas playas de Tarifa, que conforman el Parque Natural del Estrecho. Por entonces, la movilización social y ecologista hicieron frente común ante un proyecto de construcción de 350 viviendas y establecimientos hoteleros con capacidad para 1423 plazas, en la zona costera aledaña a la ensenada de Valdevaqueros  ( Tarifa ). Y aunque el esfuerzo mereció la pena porque provocó al final la suspensión de las obras, sirvió también para advertir sobre la ausencia de un plan de desarrollo sostenible real del espacio natural protegido, y las continuas amenazas que ponen en jaque este paisaje único en el mundo.

Con la receta de la experiencia, el trabajo de la Administración y el impulso de todas las personas que vemos en el paisaje Naturaleza y Verdad, se ha llegado a una planificación que busca la sostenibilidad y la perdurabilidad de los valores y recursos actuales, tomando cuerpo en el  reciente Decreto 79/2018, de 10 de abril, por el que se aprueba el Primer Plan de Desarrollo Sostenible (PDS) del Parque Natural del Estrecho y su Área de Influencia Socio-Económica, y el Programa Operativo Horizonte 2019 (BOJA nº 76 – Viernes 20 de abril de 2018).

Este Plan, que nace con más de 9 millones de presupuesto, recoge 36 medidas agrupadas en seis grandes objetivos: Reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas al cambio global; reforzar la relación entre la renta familiar de la población residente y los recursos ligados al territorio (empleo y desarrollo endógeno); estructurar una oferta de aprovechamiento turístico sostenible basada en los valores naturales, culturales y paisajísticos; compatibilizar el uso público de las playas con la conservación del medio natural y favorecer la accesibilidad no motorizada; impulsar las actividades tradicionales de ganadería, forestales, pesca y acuicultura marina; y mejorar la coordinación interadministrativa y la colaboración público-privada. Unos objetivos que se muestran vitales para el futuro del Parque Natural, los 132.000 habitantes afectados por el espacio natural y los miles de turistas que nos visitan cada año, atraídos por la singularidad de unos paisajes sin parangón, eternamente dibujados por el Estrecho.

El Plan de Desarrollo, que se acompaña de medidas sociales y económicas de dinamización locales, es un avance que todos aplaudimos, pero no nos confundamos, todavía hay mucho camino por andar. Entre las iniciativas que recoge la planificación, están las encaminadas a proteger las dunas de Bolonia y Valdevaqueros ( muy afectada por la pérdida de arena destinada a rellenos de playas comarcales y gibraltareñas ) y la laguna costera de Los Lances ( invadida habitualmente por aficionados al kitesurf ); medidas para el acceso y uso público de las playas, diseñándose itinerarios no motorizados y carriles bici entre Getares – Tarifa  y Tarifa – Valdevaqueros; y actuaciones de apoyo a las empresas del sector turístico, medidas de divulgación de los valores del espacio y  programas de educación ambiental y de voluntariado.

Aun así existen una serie de problemas que no están reflejados en esta planificación y que sería necesario solucionar con urgencia: El terrible problema de la seca de los bosques de alcornoques que afecta a los cerros y sierras que miran al Estrecho; la amenaza constante de la contaminación marina, el bunkering y las consecuencias del tráfico marítimo; medidas de actuación ante el colapso de la pesca en la zona; medidas de defensa de la fauna y flora costera, especialmente cetáceos, tortugas marinas y especies en peligro de extinción o vulnerables; protección de las áreas de descanso de las aves migratorias; defensa ante la usurpación del dominio público marítimo terrestre y la urbanización ilegal; prohibición de ampliación portuaria en la ensenada de Getares – Algeciras; medidas de erradicación del alga invasora Rugulopterix okamurae y otras especies foráneas; defensa y puesta en valor del patrimonio etnográfico e histórico (estudio y protección de las pinturas rupestres existentes en las sierras de la zona – arte sureño); ampliación del yacimiento arqueológico Baelo Claudia; promoción, acondicionamiento y desarrollo de la Necrópolis de los Algarbes, hoy abandonada a su suerte; regulación de los usos de la Isla de Tarifa o Las Palomas; control de los accesos a la costa, instalación de chiringuitos y establecimientos hoteleros sin planificación; medidas para atajar la masificación turística estacional; protección de los yacimientos y restos arqueológicos emergidos y sumergidos en aguas del Estrecho; regulación de las empresas turísticas y de ocio, especialmente las relacionadas con el patrimonio histórico y natural; instalación de depuradoras, control de basuras y regulación de los vertidos urbanos e industriales en el medio; aumento de la vigilancia costera y la presencia de agentes forestales … El listado por desgracia es grande.

El PDS ha de ser un instrumento para solucionar problemas, no un simple “catálogo de buenas intenciones”. Entre todos podemos erradicar los problemas que amenazan a este espacio natural, singular y hermoso, desde la Ensenada de Getares hasta el Cabo de Gracia. Un enclave cargado de historia y encanto que atrajo a viajeros románticos de todo el mundo, como Richard Ford, Charles Davillier, Teófilo Gautier o Jean Baptiste Labat, y que desde entonces sigue atesorando la pureza de la naturaleza inalterada. Paisajes presididos por el Estrecho que dan cobijo a más de 1900 especies de flora y fauna (entre las cuales cincuenta son especies nuevas para la ciencia) y en los que encontramos restos históricos de todos los tiempos y todas las culturas.

Cualquier planificación e inversión son pocas para mantener inalterado el reino del viento y la arena, los dominios del sol en las orillas del mundo, esa sensación de haber vivido una tarde en el paraíso, donde todo pasa sin que pase nada. Unos lares cuyo atractivo reside en su lado salvaje y su atávica historia, bendecidos por la luz y la libertad; ese escaso valor que hace que la vida tenga sentido y por el que merece la pena siempre luchar.

“Vive en el resplandor del sol. Nada en el mar. Bebe el aire indomable.”

 —  Ralph Waldo Emerson.

 

 

 

 

 

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