Incertidumbre

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Julio C. Pacheco

Las entradas para este domingo se han vendido cómo el “flower power catalán”… Y sí, estoy manipulado por el PP, absorto por el patrioterismo, o quizás por el “buenrollismo”.

Algunos esta semana han discutido conmigo por lo de la crisis del positivismo jurídico. Gente de interés. El resto, simples adoctrinados sin la valía de un solo pelote.

La realidad es que llevan montado el tinglado desde hace décadas y se quieren pasar al resto -catalanes incluidos- por el arco de su triunfo, y nones. Siempre he pensado que el silencio de muchos que piensan diferente lo apaga el ruido de las masas bien adoctrinadas. El mismo ruido y bandera que les sirve para encubrir fechorías forradas de un falso nacional-renacimiento.

No deseo ni un segundo de actos violentos… pero llega un momento que hay que posicionarse. Ya sabéis eso de los actos coercitivos que legitima el Derecho sin medias tintas.

Sabater lo ha tenido muy claro: “Los intelectuales son en este país cómo putas, le quieren gustar a todos”.

Y cómo yo no llego ni a “tontoelculo” pues me posiciono.

Dicen que el Señor odia a los tibios y a los cobardes. Suerte que yo soy agnóstico porque desconozco si él hablaría en español o parlaría en catalán.

Serenidad, legalidad y decirle a la CUP, los antisistema, anarquistas internacionales, anticapitalistas, fascistas de cualquier pelaje y condición, que los que han llegado a su Catalunya van a defender que se cumpla nuestra Constitución. Que los que intenten votar o manifestarse en paz no teman nada (aunque lo del voto se combierta en un circo, ya tendrán sus representantes la foto y sus historietas), ni ellos ni sus hijos ni sus familias, que no teman nada. Pero que nuestros currelas, los “civiles” y los “nacionales” también tienen familias, hijos y amigos. Y los queremos de vuelta, y a todos bien, aunque no parlen catalá.

Que ya pasamos  -y no hace mucho- por eso de no hablar las familias en la mesa ni en casa de política. Que en Cataluña volvemos a nuestra hispana memoria de pez. Que pasamos por eso de que nos adoctrinaran y pensar que eramos la reserva espiritual de no sé que leches. El miedo a pensar diferente, al control totalitario. Y que ese no es el camino. Aunque lo pinten democráticamente de esteladas, barretinas y “hechos diferenciales”. Aunque los señores del PP se encarguen de recordarles a los andaluces la sarta de gilipolleces que dijerón algunos para caldear más el ambiente. Ese, ese no es el camino.

Las alternativas son: una mesa para dialogar, un hospital para llorar o un tanatorio, donde nacen los peores odios.

Espero que no sea demasiado tarde señores Puigdemont y Rajoy.

 

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