Los relojes de sol de la Torre de la Iglesia. Desde 1769 testigos de nuestra historia

En el siglo XVIII tener un reloj mecánico, como se denominaba por entonces era algo al alcance de muy pocos, y en Los Barrios, pueblo eminentemente agrícola, y con las riquezas en manos de muy pocos, era verdaderamente difícil tener un reloj que nos marcase las horas.

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José Manuel Algarbani | Profesor y Cronista Oficial de la Villa de Los Barrios

Llega un momento que es necesario regular la vida cotidiana sobre todo de los que trabajan. Durante buena parte de la Edad Moderna el horario de los lugares, pueblos y villas de la península se regía, en ausencia de los relojes mecánicos, usados a partir del siglo XVIII, y no al alcance de todo el mundo, por los relojes de sol. Los tiempos eran marcados por los toques de campana que se hacían desde la iglesia. Estos toques servían de referencia de la vida en el pueblo, no sólo de los rezos que los creyentes tuvieran que realizar a lo largo del día sino de las labores y funciones sociales. En los pueblos no existían otros medios de regular esos tiempos. Para ello las campanas sonaban en determinadas momentos del día que venían señalados por un reloj de sol que marcaba las horas y que se colocaba en algún lugar de la fachada del templo. Los responsables de hacer los toques de campana se guiaban por un reloj de sol que estaba colocado en la fachada de las iglesias. En algunos casos se llegaba a denominar a este reloj de sol, “reloj de misa”.

Durante una buena parte de la historia, los relojes de sol tuvieron una gran relevancia debido a que eran los únicos instrumentos capaces de dar la hora con precisión suficiente como para regular la vida cotidiana de los hombres y mujeres. Por esta razón la gnomónica se consideraba una ciencia con aporte de valor a las costumbres de la sociedad. Poco a poco en el siglo XVII los relojes mecánicos fueron evolucionando hasta que la capacidad de los mismos ya era suficiente como para hacer el relevo a los relojes de sol. Es por esta razón por la que la ciencia de los relojes de sol (gnomónica) fue decayendo poco a poco. Esta ciencia toma su nombre del gnomon que es la barra, normalmente de hierro, que proyecta la sombra sobre las horas esculpidas en la piedra.

Es el caso de los dos relojes de sol que se encuentran en la fachada de la iglesia de San Isidro. Se trata dos relojes construidos en piedra, se denomina Reloj doble, uno de ellos es vertical declinante a poniente y el otro es vertical declinante a levante, en la actualidad al haber crecido el municipio es muy difícil visualizar desde la calle uno de ellos, el situado a poniente. También hay que resaltar que ningún reloj de sol vertical recoge todas las horas del sol.

Por lo tanto, los dos relojes de sol se encuentran a ambos lados de la torre de la iglesia, lado este y oeste. Desde la calle, se puede ver el reloj situado en el lado este de la torre (un buen sitio para verlo es desde la subida por el callejón Martín, que va desde la calle La Plata a la Plaza de la Iglesia). Este reloj situado al este que es el visible lleva la numeración arábiga desde las 4 de la mañana a las 12 horas, solo le da el sol por la mañana, y también como vemos en las fotos tiene grabado el año 1769

El reloj del lado de poniente (el que no se ve desde la calle) lleva la numeración arábiga de 12 a 8 de la tarde, este reloj se encuentra en mejores condiciones que el visible que esta al este y ha sido castigado desde 1769 por los fuertes vientos de levante. Ambos relojes tienen grabado el año de construcción de 1769, por lo que coincide con la fecha de construcción de la torre de la iglesia, descartándose que fuesen posteriores en el tiempo.

Estos dos relojes son los que marcaron las costumbres, los trabajos y las fiestas a nuestros antepasados, cuando ver la hora exacta era más complicado que sacar el móvil, o mirar el reloj de pulsera.

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