Rafael Fenoy Rico | Secretario de Comunicación Educaciónde la CGT
Aquellas palabras, lacónicas pronunciadas por su (de él) Majestad, siguen resonando en el panorama actual con más fuerza cada vez. A buen entendedor pocas palabras bastan. ¡Me he equivocado! Nunca volverá a ocurrir. Nada denota arrepentimiento. No hay rastro de sentimiento de culpa y por eso no se piden disculpas. Esta expresión tan lacónica ¡me he equivocado!, sólo permite la constatación de que se reconoce que se ha cometido un error. ¿Qué error? ¿Que algo no se ha debido hacer y sin embargo se ha hecho?, o que ¿al hacerlo de esa manera se ha descubierto el hecho de que se hizo algo que no debería haberse hecho? Lo cierto y verdad, es que se han conocido por la opinión pública unos hechos, relacionados con un viaje de caza mayor, que precisamente en momentos dramáticos para muchas familias españolas no era posible justificar. Es evidente que las consecuencias para el protagonista de este escándalo, no han sido todo lo desagradables que pudiera esperarse en un primer momento. No obstante algo había que decir, algo había que escenificar frente a los medios de comunicación, para paliar siquiera algo el descrédito ocasionado. Y entonces, se pronuncian las dos lacónicas frases con cara de poker, con un gesto donde no era posible atisbar arrepentimiento. Primero por ser quien es, la regia persona, segundo porque realmente tampoco es para tanto, tercero no es preciso mostrar más de lo conveniente y por último, el enorme error es que se ha enterado todo el mundo. Por ello manifiesta con rotundidad: Nunca volverá a ocurrir.
La gran pregunta que se hacen muchas personas es ¿Qué no volverá a ocurrir? ¿Los hechos son los que avergüenzan o avergüenza el hecho de ser pillado infraganti con las manos en la masa?
Antaño se abdicaba, se retiraba a un monasterio. Ahora no está claro como apartarse del mundanal influjo que produce la riqueza, el lujo o las aficiones y caprichos reales, sobre todo si basta con decir: ¡Me he equivocado! Nunca volverá a ocurrir.
Convendría que la benemérita tomara nota de este novedoso modo para evadir el rapapolvo, y cuando vaya a proceder a formular una denuncia, por ejemplo de tráfico, advierta al presunto infractor que puede perfectamente evitar la denuncia si entona la dos frases de marras: ¡Me he equivocado! Nunca volverá a ocurrir. Aunque por ese camino quienes han estado defraudando millones de euros públicos, apropiándoselos para gozo y solaz privados, tendría “patente de corso” para campar a sus anchas y seguir estafando y estafando. Desde aquellas palabras reales, muchos estafadores, han venido reproduciendo el esquema: ¡Me he equivocado!, ¡NO tenía ni idea de que tal o cual se llevará a espuertas euros no sólo para su casa, sino para el propio partido político. Y los ejemplos son de formaciones que representan intereses de la gran patronal, precisamente a quienes parasitan en forma de “donativos”, sobres por debajo de la mesa,…maletines…etc.
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