Ni pan ni circo

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Yo adivino el parpadeo

de las luces que a lo lejos

van marcando mi retorno.

Carlos Gardel

No hay nada más puro que el pan, al menos eso pensaba hasta hace unos días al escuchar las torturas que habían recibido mujeres saharauis. El método de violar a mujeres y hombres con barras de pan duro se me adentró y reconocí cómo las herramientas más nobles pueden ser utilizadas por villanos como las más infames.

Aminetu está en Lanzarote en un aeropuerto y en una ciudad que no es la suya de la que quiere salir pero no con la frente marchita.

No hay nada que genere más ilusión que un circo. La espita de la solidaridad se abrió en la isla y alguien lo calificó de circo para trasladar desprecio. Una nube de ilusión se convirtió en un escupitajo.

Así que ni pan ni circo nos sirven para contentar a Aminetu Haidar, líder indiscutible de la lucha de un pueblo que, sustentándose en métodos no violentos, exige un referéndum de autodeterminación prometido y reconocido por la legalidad internacional.

La sociedad civil se crispa ante una huelga de hambre mantenida por una mujer enjuta, torturada y suficientemente reconocida con premios internacionales de la talla del Kennedy, una mujer que exige volver a casa, con sus hijos y con la documentación que le fue arrebatada.

No nos cansamos de repetir todos los veranos que cuando los niños y niñas saharauis llegan a nuestras calles andaluzas en verano, cuatrocientos pueblos de Andalucía se alegran y se solidarizan con los refugiados que en el mundo nos son más cercanos. Y cómo no, decimos que estos chiquillos que nos hacen sonreír tienen detrás una madre, una familia y un pueblo que nos piden que les cuidemos como nuestros y que los devolvamos como suyos. Así lo hacemos. Y algo se nos queda cuando se van, y es la certeza de que no los queremos en el refugio entre jaimas, pozos escasos, calor sofocante y arena, y que queremos que vuelvan a su territorio, a su Sáhara Occidental, con sus playas, sus fosfatos y sus casas. De tal modo, nuestro acogimiento de verano se transforma en reivindicación de años. Me dice un amigo saharaui que yo tengo relojes pero él tiene tiempo. Desde el 75 a la espera es mucho tiempo.

Aminetu Haidar no quiere más programas de acogimiento ni cargamentos de azúcar, arroz y aceite porque no quiere tener a su gente en el exilio. Lucha porque los saharauis puedan votar su destino.

Buscamos constantemente emblemas que den sentido a nuestras vidas y Aminetu Haidar se ha convertido para muchos en un símbolo al que aferrarse cuando dudamos de que sean la libertad y la justicia las que nos han hecho grandes como seres humanos.

Dejo que me quiten el pan y que desmonten el circo de mis mundos de ensueño, pero no permito que eliminemos a Aminetu Haidar porque sin libertad y justicia no podríamos ni respirar.

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