En plena primavera quería entrar en nuestros colegios sin siquiera solicitar matricularse, cosa que automáticamente le sería denegada pues, por muy pública que sea la educación, no puede acceder a ella un delincuente como el protagonista de este comentario. Tipos así tienen que estar fuera de nuestra sociedad, eliminados para siempre, porque son delincuentes natos y no de los que, de un jalón quitan el bolso a una mujer o la cartera al señor, este aniquila vidas. Por su culpa, los centros hubieron de ser a cal y canto cerrados. Y, por cierto, no venía con intención de estudiar, lo que deseaba era contaminar de su maldad a sus posibles condiscípulos y a todos los educadores.
Ahora llega septiembre, las puertas de los centros educativos se abren y él seguro que está al acecho en cualquier esquina deseando camuflado entrar, pero ha de saber que no tiene plaza ni la tendrá porque es ser non grato. Díscolo, rebelde, agresivo y letal es quien viene a romper nuestro libro de normalidad y a llevarse no a chicos/as a hacer novillos a cualquier parque. ¡No! Él viene para, en sus mortales garras llevarnos al jardín de las flores muertas, al de las velas y cirios de cipreses y a inundar a los allegados de lágrimas y dolor.
Ese discípulo de Satanás, destacado entre los de la demoníaca catedra, no tiene plaza en nuestras aulas, porque es corruptor de nuestra salud. Que no ose acercarse ni siquiera a la cerca del patio de las queridas escuelas, que no intimide a nuestra infancia e intente crear miedo y temor en un curso que debe ser de alegría. Las aulas se abrirán de par en par para que los estudiantes se congratulen del tan deseado encuentro y, por culpa de este maligno, las mochilas de los chicos/as pesan más que nunca porque van cargadas de miedo pero más tienen sus progenitores con la duda de, si entre ellos se meterá el díscolo y rebelde, el que no viene a estudiar y si a dañar.
Precaución, comunidades educativas , somos conscientes de que la docencia siempre es dura, pero en este curso será durísima aunque, entre todos , con actuación responsable, dejaremos al maligno y destructor gamberro en la calle y, nuestros coles serán lugares seguros como siempre lo han sido ante otros peligros que, ni que decir tiene no son comparables a él en tan gran magnitud de peligrosidad.
Feliz vuelta a todos y, que el curso discurra dentro de los parámetros de una buena normalidad por el bien de esta sociedad que, si sabemos precisa de educación más necesita de gozar de tener buena salud.
Me despido con un saludo muy taurino, por algo estamos en la Ruta del Toro ya que este bicho es el peor miura y, en tanto no llega el rejón de muerte de una vacuna, hay que torearlo con la singular capa de la mascarilla pero,maestr@, a distancia , a mucha distancia. Así que:
“Suerte maestr@s para vosotr@s y vuestra jovencísima cuadrilla”
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