Padre Vuestro

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Los cambios aunque puedan parecer inocentes en modo alguno lo son. Todo cambio obedece a una voluntad de alcanzar determinados objetivos y en ciencias sociales suelen producir modificaciones de las relaciones de poder que se establecen en determinados grupos humanos, bien internamente o en relación a otros.

La Conferencia Episcopal Española adoptó una decisión que pasó sin contestación alguna, el 27 de noviembre de 1988, modificando el texto del Padre Nuestro. El arzobispo de Toledo y presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia, cardenal Marcelo González Martín, presentó los cambios que, según sus palabras, en modo alguno consistiría en una reforma de la misa. Se trataba, según el prelado, de unificar las expresiones para la parte fija del ritual de la celebración eucarística, como el canon, el padrenuestro y el credo.

La razón dada para los cambios, según el arzobispo, es que “son muy gratos al oído”. ¿La estética era el fundamento de la “reforma”?. En el “Padre Nuestro” antes se decía “perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” y ahora se dice: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. ¿Sólo una cambio de palabras?: Deudas por ofensas y deudores por ofensores.

Por otro lado la liturgia e incluso el credo han sido obra directa de la Iglesia Católica que a través de sus Concilios les ha ido dando forma, pero el “pater noster” es una oración que se redacta en los primeros años del cristianismo. Ello explica que la razón aportada para el cambio sea “puramente estética”, porque “son gratos al oído”. Es muy significativo que la Conferencia Episcopal haya adoptado una decisión que afecta a la redacción de lo recogido tanto en el Evangelio de Mateo (Mt 6, 9-13) “ Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.”, como en el Evangelio de Lucas (Lc 11, 1-4) “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Ambos evangelios son, según la tradición, desde el concilio de Nicea, auténticos textos sagrados. Las diferencias entre ambos evangelios son mínimas y coinciden en la deuda como elemento principal.

Evidentemente no es igual ser deudor que ser ofendido. Más si se tiene en cuenta que “ofende quien puede, no quien quiere”. De forma que hay gentes en este mundo que no hay forma de ofenderlas, pero sí de estafarlas, engañarlas a base de préstamos fraudulentos que provocan deudas imposibles de pagar. Y es quizás aquí donde suene mejor a odios de financieros el cambio de terminología, ya que más de uno ahora podrá rezar el Padre nuestro sin tener que perdonar las deudas, ni embargar las casas a las familias que se quedan en las calles.

Porque hay quienes firman los desahucios y, sin problema alguno, rezan un Padre Vuestro.

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