La primera vez en la historia que Los Barrios y el Campo de Gibraltar van a tener una mujer alcaldesa. Ahora que en España el Congreso de Diputados cuenta con un porcentaje de mujeres del 35 % y un Gobierno paritario, es importante que los ciudadanos seamos conscientes y reflexionemos con naturalidad sobre la importancia de la presencia femenina en el poder político.
Tengo claro que la diferencia fundamental en política no es el género sino la exclusión. Sin embargo, es esencial que haya más mujeres en la política, el acceso de la mujer a los instrumentos de representación política debe fundarse en un mero hecho sociológico (que son, aproximadamente, el 50% de la población) y no en una supuesta cualidad esencial que vendría a remediar el desaguisado provocado por los políticos. La renovación de la política no va a venir de que las mujeres hagan una política femenina sino de la equidad efectiva.
La política continúa siendo una cosa de hombres, en mayor medida incluso de lo que parece. En una sociedad en la que siguen vigentes los lugares comunes del sexismo, lo mismo que le supuso una ventaja inicial (ser una mujer) puede convertirse en su mayor inconveniente.
No es legítimo sostener que la mayor participación femenina incorpora una mayor virtud en la política. Abundan los ejemplos de mujeres gobernantes que no son expresiones de virtud o transparencia. Ninguna persona es más honesta por el hecho de tener un sexo determinado. Tampoco es legítimo considerar que las mujeres ejercen el poder de una manera diferente de la de los varones, como si la esencia femenina o masculina estuviera asociada a la actividad política. No deberíamos perder de vista que la actividad política pertenece al ámbito de la cultura y no al de la naturaleza.
Y no debemos olvidar que ocupar cargos no siempre significa tener poder.
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