Tratamos por igual nuestro patrimonio histórico cultural

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Al parecer todavía cuando hablamos o pensamos de aquellos acontecimientos tan dramáticos que llevaron a un general africanita a dar un golpe de estado contra el poder legalmente constituido, La Republica, que nos llevo a una terrible guerra de tres largos años y a una de las posguerra más largas de la historia, que solo acabo con la muerte del dictador.

Lo hacemos en blanco y negro, y quizás pensando en personas mayores, cuando en verdad no fue así. El que para muchos lo vean de esa forma es el resultado de una cruel dictadura fraguada en el miedo, el silencio y el hambre. Hay quienes creen que son historias de viejos, cuando en verdad no era así, existían los mismos colores y estaciones del año, eso si con mucho menos contaminación, lo cual hacia de los colores que fueran mas bellos y quienes se vieron involucrados en tales hechos fueron hombres y mujeres jóvenes y menos jóvenes.

No cabe duda que el franquismo se encargó “muy mucho” de que todo se viera en blanco y negro; silencio, miedo y hambre, enterrando los avances históricos culturales que habían surgido con la República, hasta tal punto que aún hoy la losa cuesta mucho moverla y apenas entran débiles rayos de luz.

El derecho a saber, no se trata sólo del derecho individual que toda víctima o sus familiares tienen a saber lo que ocurrió, que es el derecho a la verdad, el derecho a saber es también un derecho colectivo que hunde sus raíces en la historia, para evitar que puedan reproducirse en el futuro las violaciones. Como contrapartida, al Estado le incumbe, el “deber de recordar”, a fin de protegerse contra esas tergiversaciones de la historia que llevan por nombre revisionismo y negacionismo. En efecto, el conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión, forma parte de su patrimonio y debe por ello conservarse. Tales son los principales objetivos del derecho a saber como derecho colectivo.

Cuando en nuestras ciudades y pueblos se consiguen que cualquier vestigio del pasado histórico, romano, árabe etc., salga a la luz, se estudie y publique, somos todos y digo todos los que nos sentimos felices y orgullosos, por que vamos a dejar a las generaciones venideras esa parte de nuestra historia como legado.

Pero cuando el descubrimiento histórico cultural, esta catalogado en esa etapa blanco y negro de nuestra historia, no le prestamos el mismo interés salvo por una minoría y por ende llega el abandono y el desinterés, y así pasa el tiempo y llega el deterioro y la desaparición total en algunos casos.

Tal es el caso de cuantas obras fueron construidas por la mano esclava del franquismo “Prisioneros Republicanos” que además fueron quienes reconstruyeron prácticamente este nuestro país tras la guerra civil española, obras como las de nuestra comarca del Campo de Gibraltar en la que podemos encontrar Las fortificaciones costeras, kilómetros de caminos hechos por los prisioneros a lo largo de toda nuestra geografía etc.

Es aquí cuando se tiene que hacer un ejercicio de honradez y de responsabilidad y preguntarnos todos, ciudadanos y ciudadanas de esta comarca del Campo de Gibraltar y también de otros muchos lugares de nuestra geografía, ¿En verdad estamos siendo justos con nuestra historia y nuestra cultura? ¿Somos justo al ocultar esta parte de nuestra historia a las generaciones venideras y las actuales? ¿Somos concientes que con nuestra forma de actuar nos convertimos en cómplices de quienes pretenden secuestrar esta parte de nuestra historia tan reciente?

Si después de hacernos estas preguntas queremos ayudar a que lugares de esa memoria no se olviden y sean recuperados para las generaciones actuales y las venideras, ayudemos a que no se pierdan o terminen destruidos, como, de no poner medios, pasará con el sendero o camino de Los Prisioneros

Informe del estado actual de la “Senda o Camino de los Prisioneros”

Según los estudios realizados por el historiador, Don. José Manuel Algarbani, el Campo de Gibraltar albergaba a quince mil hombres que formaron en 1942 los batallones de trabajo y, que estaban integrados por presos republicanos venidos desde otras provincias españolas

Siendo Algeciras donde estaba ubicada la subinspección de batallones de trabajadores de la Segunda Región Militar

Lo que nos da la importancia histórica suficiente para ser responsables todos de mantener, este legado histórico que son los caminos hechos por los prisioneros republicanos españoles; es pues nuestro deber como ciudadanos y un deber inexcusable de los poderes públicos el procurar que no se destruyan, para que las generaciones venideras y las actuales conozcan esa parte de nuestra historia la cual durante muchos años el fascismo enterró y arranco de los libros de texto.

Desgraciadamente esta parte de nuestra memoria histórica se enfrenta a su peor enemigo el reloj biológico que marca el curso de los humanos y el cual no se puede detener, pero las obras que dejaron nuestros prisioneros no se enfrentan a ese reloj, solo serán destruidas por la dejadez y no hay nada que pueda demolerlas si se cuidan como lo que son: parte de nuestro patrimonio histórico.

Comprendo que las aguas han sido muchas, pero es curioso que un camino hecho desde los años cuarenta del siglo veinte, que ha sufrido temporales mucho mas fuertes que los últimos que hemos tenido y, de eso; puedo dar fe personalmente, nunca hicieron estragos en el camino.

Es verdad que el camino quedo muy tocado cuando se instaló el famoso “cable”, y no hubo ningún tipo de miramiento, lo que hizo que del suelo se levantara todo el empedrado, y esta quizás fue la mayor herida, junto con el paso del tiempo, además de los todo- terreno, motos etc. que fueron dejando su huella.

Por mi parte desde el año dos mil, ya dí la voz de alarma para que se recuperara dicho camino y se le diera una buena utilidad

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