Viviendo sobre un Polvorín

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Desde que en 1966, con la declaración de “Zona de Preferente Localización Industrial”, el arco de la Bahía de Algeciras pasara a albergar uno de los principales puertos de España y desarrollara una de las áreas industriales más importantes del territorio, la apuesta por un modelo depredador y contaminante ha sido la tónica en esta hermosa Comarca del Campo de Gibraltar.

La implantación de centrales térmicas de carbón, centrales de ciclo combinado, una planta metalúrgica, una refinería y un enorme Polo Petroquímico y Siderometalúrgico han transformado para siempre un litoral virginal y unas playas salvajes, sin duda las mejores que existían en el suroeste peninsular. El sector servicios y primario han cedido con los años ante una desaforada industrialización que ha invadido la franja litoral, destrozando los ecosistemas costeros y marismeños y el patrimonio histórico milenario. La vida de antaño, de mares de hierba y dunas, eslizones, redes y chalupas ha muerto asesinada en manos del hormigón, las malas políticas y las mentiras.

Tras la fiebre industrializadora, las grandes multinacionales que llegaron a estas latitudes comienzan lentamente a marchase, buscando mejores ofertas más allá de las Columnas de Hércules. El legado que dejan tras sí se resume en una de las mayores cotas de contaminación y tasas de desempleo de España. Además para los que aún obtienen empleo en el ámbito industrial, éste es eminentemente subcontratado o periférico, ya que no son empleos que estas industrias crean directamente, sino servicios externos, lo que provoca una galopante precarización y unas peores condiciones laborales. Además este modelo industrial y económico ha creado bolsas de pobreza y marginación que contrastan con sectores adinerados, como son los que trabajan en el cerrado círculo de empleados del macro puerto algecireño o aquéllos que se dedican a los menesteres del narcotráfico, sin contar los residentes del Peñón de Gibraltar, siempre privilegiados per se por su situación económica y política.

Pero si en algo somos iguales los campogibraltareños, si algo tenemos en común todos, es que respiramos el mismo aire. Compartimos pues los mismos y escandalosos niveles de contaminación, especialmente atmosférica. La enfermedad y la contaminación iguala a ricos y pobres, a los que viven en Los Barrios o los que lo hacen en Sotogrande. El reciente incendio en la planta de Indorama de Guadarranque, que trabaja en la producción de ácido tereftálico purificado (PTA) para la producción de poliésteres, provocó desalojos y un poderoso penacho de humo negro tóxico que nos volvió a recordar a todos donde vivimos, en un auténtico polvorín de componentes explosivos, incendiarios y letales.

Es obvio que las grandes industrias generan miles de empleos directos e indirectos, y muchos millones de euros en nóminas, impuestos, cánones y tasas municipales. Pero tampoco podemos olvidar que estos beneficios se prestan a cambio de unas emisiones altas y continuadas en el tiempo de partículas de todo tipo, dióxido de carbono, dióxido de azufre, níquel, compuestos químicos de todo tipo y metales pesados. Todo un cóctel de emisiones nocivas a la atmósfera, a las que se unen las procedentes de los vehículos y los miles de barcos que cruzan a diario el Estrecho. Esta incesante actividad ha provocado una contaminación enorme en estos últimos 40 años, que ha afectado seriamente el medio ambiente de la zona y la salud de sus habitantes.

Los problemas de salud grave y las muertes asociadas a la contaminación han situado nuestra Comarca dentro del llamado “Triángulo del Cáncer”, delimitado por las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz. Estudios como los elaborados por el epidemiólogo Joan Benach (Universitat Pompeu i Fabra) y por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, advierten que la media de vida en nuestro territorio es hasta 20 años menor que en otras zonas españolas, precisamente por la acción de agentes externos como la contaminación. El aire literalmente nos mata y enferma, superándose en los municipios comarcales los mínimos legales de partículas de menos de 10 micrómetros (PM10) causantes de numerosas enfermedades en la población y la masa forestal circundante.

Las conexiones de la contaminación con enfermedades mortales son evidentes en poblaciones cercanas a grandes industrias. La Sociedad Española de Epidemiología ha advertido sobre una mayor mortalidad en nuestra Comarca respecto al conjunto de España por cáncer de pulmón, leucemia, útero, mama y cáncer colorrectal. Además en los últimos años ha crecido el número de enfermedades respiratorias crónicas, alergias, muertes por enfermedades cardiovasculares, autismos, malformaciones, morbilidades e infertilidades asociadas a la contaminación ambiental. Todo un connubio de enfermedades, síndromes y desgracias que deberían ser objeto de un estudio profundo y transparente a través de un demandado estudio epidemiológico que abarque todos los municipios de la Comarca. No podemos anteponer un modelo desacertado de “progreso industrial y socioeconómico” a costa de la Salud Pública y el Medio Ambiente.

Bueno será que la población sopese los pros y contras con una información veraz sobre la mesa; las consecuencias que sobre nuestra salud y naturaleza conlleva todo este amplio planeamiento industrial y portuario que sustenta hoy nuestro territorio. Tenemos derecho a un aire puro, a una calidad ambiental, a un futuro. Como ha ocurrido en otras regiones, con el tiempo se llegará a la necesaria reconversión industrial, a la regeneración del litoral, las playas y los ríos comarcales, a la descontaminación de todo aquello que pueda descontaminarse. Para entonces – si no es demasiado tarde ya – tendrá que buscarse un modelo que mantenga y cree empleo sin que ello suponga seguir contaminando, arrasando y deteriorando más la tierra, el mar y el aire de nuestra Comarca.

El tiempo nos ha demostrado que el camino que se emprendió en estas tierras de Gerión hace décadas fue un error garrafal, que terminarán pagando las generaciones futuras y un medio ambiente, cada vez más herido de muerte. Tenemos el deber de luchar, de proteger nuestro medio ambiente y cuidar la salud pública optando por un nuevo modelo de desarrollo económico y social, lejos de este proceso destructivo y contaminante, de este callejón sin salida que nos ha llenado los pulmones de veneno y el corazón de desesperanzas y bagatelas.

“La contaminación nunca debería ser el precio de la prosperidad”.
Al Gore.

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