1869-1873. La telegrafía llega a Los Barrios. “El Wasap del siglo XIX”

El wasap del siglo XIX, el telégrafo, llegó a la villa de la mano del concejal Baylón Agramunt, el alcalde Gabriel Muñoz y el presidente de diputación José González de la Vega. El telégrafo, que comenzó a llegar en 1869, comenzó a funcionar el 1 de febrero de 1873.

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José Manuel Algarbani | Profesor del IES Carlos Cano. Cronista de la Villa de Los Barrios.

El correo electrónico o aplicaciones como WhatsApp han dejado atrás a otros sistemas de comunicación en términos de velocidad. Pero la esencia de su tecnología- enviar mensajes codificados a través de largas distancias- no es ninguna novedad. Su origen se remonta al uso de señales de humo, hogueras o tambores, miles de años antes de nuestros tiempos. La comunicación codificada a larga distancia constituyó la base de una importante, a la vez que olvidada, red de comunicaciones precursora de internet. Ni siquiera el teléfono, el tren, la radio ni la televisión convirtieron al telégrafo en obsoleto. Esta tecnología solo desapareció con la llegada del fax y las redes de ordenadores en la segunda mitad del siglo XX.

La historia

La red básica de telegrafía, a la que se le dio un gran impulso en la década de los 50 del siglo XIX, cayo pronto en abandono presupuestario, hasta que en 1864 se buscó para su desarrollo el apoyo de empresas y ayuntamientos, autorizándoles establecer y gestionar las estaciones conectadas a la red, está política a nivel de España dio escasos frutos, pero fue aprovechada por algunos pequeños municipios, como fue el caso de Los Barrios.

Ocho de noviembre de 1854. Esa fue la fecha mágica en la que un mensaje recorrió en tan sólo unos minutos media España para llegar hasta Irún, en la frontera con Francia. Una práctica que ahora parece sumamente sencilla gracias a las redes sociales pero que, por entonces, significaba toda una revolución. El primer telegrama español y fue un discurso de la Reina Isabel II, inaugurando las Cortes Constituyentes

Se necesitarían solo dos instrumentos para comunicarse; un aparato que enviara la señal («manipulador») y otro que la recibiera. Para enviar un telegrama, una persona llegaba con un mensaje y se lo dictaba al telegrafista. Éste, dependiendo del número de palabras, calculaba el precio. A continuación, lo enviaba a través de lenguaje Morse a la estación requerida. Desde allí, otro telegrafista recibía el texto en forma de puntos y rayas, lo traducía, lo certificaba y lo entregaba en mano a su destinatario.

Mediante ese sencillo sistema, el telégrafo causó una gran revolución en ámbitos como la prensa y la política. A los medios de comunicación, para empezar, les permitió tener la capacidad de introducir noticias que habían sucedido en la otra parte del mundo en cuestión de minutos. Los dirigentes, por su parte, pudieron conocer casi al instante todo aquello que pasaba a miles de kilómetros.

En España los primeros intentos se basarían en la torreones ópticos, sobre 1845, que se situaban a distancia ocular de otra construcción similar y le trasladaban el mensaje de forma visual (cada torre tenía su telegrafista, que a través de un telescopio, podía ver las torres contiguas en la cadena), para que ésta, a su vez, lo enviar a otra, sistema tan rudimentario que no se podía usar cuando llovía, nevaba o caía la noche (pues la siguiente torre no podía ver las señas). Diez años después, aprovechando las torres de telégrafo óptico se construyó una línea de telegrafía eléctrica de ensayo que unía Madrid con la frontera de Irún.

La llegada del telégrafo a Los Barrios y sus peripecias

El inicio de la traída del telégrafo a Los Barrios la situamos el 20 de marzo de 1869, fecha de la sección ordinaria de la corporación municipal en la que se acordó el comienzo de las actuaciones. Impulsado por el concejal Francisco Baylón Agramunt que, en dicha reunión, expuso que “había leído con todo detenimiento el decreto del gobierno provisional con fecha de veintiocho de noviembre último y las bases que se proponen a los ayuntamientos para extender el uso del telégrafo, las cuales a su entender eran extremadamente económicas, para que todos los pueblos por insignificantes que sean sus recursos puedan proporcionar a sus vecinos tan útil mejoras”. Era secretario del ayuntamiento Pedro Bermúdez.

Se apoyaba en la regla tercera de dicho decreto que concedía autorización a los municipios para el establecimiento de estación telegráfica, siendo de cuenta del ayuntamiento todos los gastos de local y mobiliario, aparatos, telegrafista y ordenanza, perteneciéndole íntegramente los productos que podrán realizarse en metálico, viniendo a formar un rendimiento para el fondo de propios.

Las palabras de defensa de esta tecnología puntera eran elocuentes: “El vecindario se acostumbrará a este medio rápido de comunicación, al que indudablemente se acostumbrará espontáneamente y sin esfuerzo, máxime tratándose de una población productora que necesariamente necesita conocer con cierta oportunidad el precio de los artículos con que negocia con relación a los consumidores para atemperar a ellos sus transacciones”. La moción fue apoyada por la corporación, ya que la consideraban de utilidad.

Una vez aprobada se comenzó a ver los sistemas que podían escogerse para el establecimiento de la línea telegráfica, y eran dos; los impresos de Morse, y el abecedario de Breguets. El primero “por su complicación necesita de mayores dispendios porque solo podía estar encomendado a facultativos del ramo”, pero que “el segundo, que es el usado por los ferrocarriles, era de tan sencillo mecanismo que apenas se necesitaba instrucción y práctica para su manejo, pues con solo saber leer y escribir el encargado, sería suficiente para que pudiera desempeñar su cometido”. También se valoró que en el supuesto de aceptarse más económico el aparato Bruguet, un oficial de la secretaría municipal podría encargarse de la estación, considerándose como ordenanza un aguacil el ayuntamiento. Y como guarda de la línea el que lo es del camino vecinal, ya que el trayecto de la misma es de corta extensión por los postes de la estación de Algeciras a San Roque que se hallaban como a dos kilómetros de esta población.

Los elogios hacía la nueva tecnología y los beneficios para el municipio eran evidentes; “producía una gran economía porque podría decirse que era el todo del gasto, de modo que, con solo el que producía la instalación quedaba planteada una mejora que indudablemente habrá de mirarse con satisfacción por todo el vecindario”.

El ayuntamiento, siendo el alcalde Gabriel Muñoz, considerando como de gran utilidad y conveniencia para el vecindario el establecimiento de la línea telegráfica bajo el sistema Breguets, unánimemente acordó pedir a la Excma. Diputación Provincial la aprobación para su instalación como era preceptivo. Ostentaba la presidencia de Diputación el importante político barreño José González de la Vega, hecho este que sin duda facilitó la instalación del telégrafo en la villa de Los Barrios. El 9 de abril llegaría la comunicación de la Excma. Diputación autorizando el establecimiento de la línea telegráfica bajo el sistema Breguet, Firmado por el presidente González de la Vega. El 11 de junio de 1869 se autoriza en el presupuesto ordinario el crédito para llevar a efecto la estación telegráfica.

Consultado a los facultativos del ramo, los gastos de instalación fueron valorados en 475 escudos. Según dichos cálculos se necesitaban, entre otros; 40 poster de segunda dimensión de 70 Varas de longitud, 6 kms de alambre, un manipular, un receptor, un timbre, una brújula, un conmutador, un pararrayos, etc.

Los trabajos para el establecimiento de la estación telegráfica bajo el sistema Breguet, fueron encargados al director del Telégrafo de Algeciras Ángel García, nombrando a los concejales Francisco Baylón Agramunt y Antonio Marques Ruiz para la intervención de los gastos que han de llevarse a efecto. El ayuntamiento en contestación a los requerimientos de la Dirección General de Comunicaciones del Ministerio de la Gobernación, dejaba claro que, la construcción del ramal la llevaría a efecto el municipio, abonando del fondo de propios todos los gastos que se originen. También aclaraba que el ayuntamiento se reservaba el nombramiento del telegrafista (500 escudos de sueldo anual), ordenanza (250 escudos de sueldo anual), guarda de la línea y de los demás empleados que fuesen necesarios, sufragando los gastos del presupuesto municipal. Planteaba los horarios del servicio de la estación telegráfica que sería el de la clase de limitado de 9 a 12 de la mañana y de dos a siete de la tarde, y los días festivos de dos a siete de la tarde. Y finalizaba afirmando que los productos que obtenga la estación pertenecerán íntegramente a los fondos de propios de esta villa, obligándose a recibir y transmitir gratuitamente los despachos oficiales. Tras esto fue formalmente autorizada la instalación en Los Barrios de la estación telegráfica.

Las peripecias de la instalación fueron muchas y variadas, el material muy sofisticado en la época era escaso y muy caro. El material de alambre más cercano se encontraba en Cartagena, lo que encarecía su transporte. La obtención de alambre de 3 milímetros fue el primer escoyo importante, además del receptor Breguets y otros inconvenientes. Todo esto ralentizaría su instalación hasta que el 11 de septiembre de 1872, fecha en que la Dirección General de Correos y Telégrafos daría las órdenes oportunas para que desde la estación telegráfica de Algeciras se le diese entrada al hilo del ramal de enlace con Los Barrios y comenzara su andadura. En esta fecha ya no estaba en vigor el Decreto que se utilizó para su instalación d 28 de noviembre de 1868, y si estaba en vigor el de 30 de junio de 1871. Que sería el que debían tener en cuenta a partir de este momento y que hubo de ser aceptada por la corporación municipal.

Sería el 1 de febrero de 1873 la fecha de apertura real de la estación de telégrafos de Los Barrios, cuyo primer telegrafista nombrado por el ayuntamiento sería José Díaz Herrera.

Aunque el 20 de marzo de 1968 se aprobó por parte de la corporación la instalación de la estación telegráfica, no sería real su apertura hasta el 1 de febrero de 1873. Comenzó su andadura el alcalde Gabriel Muñoz, pero vio su apertura otro alcalde Pedro García Cacho. Ya tenía los Barrios su wasap del siglo XIX.

 

 

 

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