Rafael Moll Gil | Periodista
A punto de marcharse 2016, miro para atrás y lleva ya Jorge Romero, alcalde de Los Barrios, cinco años y medio gobernando el paraíso que era esta ciudad. En realidad nada ha ido a mejor en todo este tiempo. Nada. En la política doméstica Romero es un desastre. Calles sucias, aceras rotas, jardines abandonados, parques infantiles en lamentables condiciones. En todo lo demás ha hecho que esta preciosa ciudad sea mucho peor que antes. Esto que digo no es una opinión, es una evidencia. Pero Romero ganó en mayo de 2015. Lo hizo con diez concejales, el que más tuvo. Y eso hay que respetarlo.
Cuando escribo de opinión me gusta siempre hablar de lo que tengo más cercano. Para hablar de los conflictos de otros países o incluso de política nacional, entiendo que los lectores de Noticias de la Villa pueden elegir otros medios nacionales, que tienen a sus periodistas en el sitio.
Yo, en todos mis artículos en este medio, hablo de lo que me afecta, de lo que sufro, con este equipo de Gobierno. Jorge Romero, a mi forma de ver, es un alcalde que en esta legislatura está muy cómodo. Me explico. No veo que tenga una oposición política fuerte de verdad. Es más me pareció más dura en la anterior legislatura. Romero no tiene tampoco un movimiento vecinal que le pida de verdad el arreglo en barriadas y zonas de Los Barrios. El alcalde tiene un solo medio de comunicación que practique el periodismo de denuncia. Y ese medio es este, Noticias de la Villa, que publica lo bueno de este equipo de Gobierno, pero también lo malo, cuando se produce. Como tiene que hacerse. Periodismo de verdad. Por eso es el medio referente para los ciudadanos barreños. Mi enhorabuena.
Creo, y es mi opinión, que este pueblo necesita un revulsivo, un hombre o mujer que vuelva a ilusionar con su proyecto a la ciudadanía, que les haga creer en un futuro mejor o simplemente recuperar el esplendor que no hace mucho teníamos.
De no ser así, veo dos años y medio restantes de legislatura plácidos para el primer edil de Los Barrios, al que le avala, como él dice, una mayoría silenciosa que sigue creyendo en sus capacidades políticas.
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