Erothya o la trinchera de una vida de Juan Rafael Mena

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Este poemario cierra una trilogía denominada Mujer al pie de un pararrayos, que tiene como centro a un personaje femenino: Erothya. Dicha trilogía se inició con Erothya o los sonetos del amor por dentro (2019) y continuó con una novela, La tesis de Erothya (2023).

Juan Rafael Mena
Erothya o la trinchera de una vida
Cádiz. Editorial CaiBook, 2024

En unas palabras iniciales, el autor de este libro de poemas, Juan Rafael Mena, nos ofrece una serie de claves para poder interpretar esta nueva obra suya. Si en el primer libro Erothya “es el nombre de una sensibilidad globalizadora a modo de observación”, en este se ha transformado en “un personaje que mira alrededor y ve la historia de otras personas que llevan una lucha oculta con sus pasiones no confesables”. Desde la atalaya de su madurez, Erothya -una prostituta con amplias y variadas experiencias en el ámbito del sexo- reflexiona sobre los diferentes tipos de personas con las que se ha relacionado a lo largo de su existencia: sobre sus deseos y sus frustraciones, sobre sus sentimientos de culpa y sus ansias de liberación, sobre los escrúpulos pecaminosos y la satisfacción de alcanzar algunos logros, sobre el amor, el erotismo y las diferentes opciones y orientaciones sexuales… En definitiva, Erothya despliega una aguda mirada sobre la condición humana, tan diversa, múltiple y variada como son quienes, en diferentes momentos y etapas de su vida, han llegado hasta ella. Y, a modo de coprotagonista, aparece también la imagen de Amador Bolero, el donjuán ya presente en la novela que constituye la segunda parte de esta trilogía, ahora sumido en la tristeza y añorando su pasado.

Pero Erothya no solo contempla a los seres que ha conocido durante su vida; sus reflexiones rebotan desde ellos hasta sí misma: la introspección desempeña un papel fundamental en estos versos en los que examina sus propias actitudes, sus comportamientos, sus deseos -en muchos aspectos inalcanzables-, en los que, partiendo de su pasado, analiza su presente y se pregunta por su incierto futuro.

Todo ello se recoge en los ciento cincuenta y un sonetos que configuran este poemario. El soneto ha sido una modalidad estrófica largamente empleada por Juan Mena en sus libros de poesía. Como sabemos, se trata de un tipo de composición ligada -prácticamente desde los inicios de su cultivo- al tema amoroso. Llegados a este punto, podríamos plantearnos dentro de qué temática incluiríamos este libro: como se pregunta el autor, ¿se trata de poesía amorosa, erótica, sexual…? ¿Sugiere o no la posibilidad de adoptar una perspectiva moral…?

Se abre así un amplio abanico de posibilidades en el que cada lector podrá elegir la que más se acomode a su sensibilidad, a sus sentimientos o a sus actitudes. Lo que sí es un hecho cierto es que -aun respetando la construcción canónica del soneto-, el autor emplea unos recursos lingüísticos que se sitúan en el ámbito más coloquial, siguiendo la tendencia de algunos poetas de postguerra que jugaron con las posibilidades que ofrecía el soneto y lo despojaron de solemnidad. Y en estos, una Erothya ya anciana y curtida por alegrías y desengaños, reivindica su vida pasada –“Un tren de sueños y de amor he sido”- y, sobre todo, proclama que el balance fue, a fin de cuentas, positivo, por lo que pide “Que nadie me eche en cara lo gozado”.

 

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