Salida ética de la crisis

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Alcanzar cierta dosis de conocimiento requiere de estudio, indagación, contraste. No vale la FE para generar conocimiento. Para superar la incertidumbre, al menos con relativa serenidad, es necesario someter a análisis la multitud de influencias que pululan por las redes sociales. Pocas de estas aportan información contrastada y si mucha opinión. Desde un punto de vista ético no es aceptable difundir creencias sobre aspectos de la realidad que no se han contrastado. Es posible formular hipótesis y preguntas que permitan abrir la investigación en aquellos sucesos “extraños” o inexplicables de los que se tuvieran indicios.

Pero más allá de eso, quienes afirman, sin probar, renunciaron a un comportamiento ético. Y la ética es la única herramienta para filtrar las ansias del EGO, por manifestarse en todo su esplendor, para obtener poder: El poder económico, el poder del reconocimiento, de la notoriedad.

En este laberinto de contra información, luchas económicas y políticas de desgastes, falsas noticias o informaciones, profecías catastróficas,… la ética nos permite encontrar salidas. Las estrategias de desinformación son múltiples. Una de ellas es regar, más bien inundar, las redes con todo tipo de especulaciones sobre los orígenes de la pandemia. Se airean profecías que ¡ya “decían”! esto que ocurre. Se afirma la existencia de sectas humanas o inhumanas, extraterrestres, que controlan a la especie humana. Cualquiera, la doctora, el científico, el experto… puede manifestar, en una entrevista o artículo, que todo está orquestado por agencias secretas, el espionaje internacional al servicio de naciones o grandes corporaciones financieras, farmacéuticas… Y todo ello distrae, contamina, bloquea, impide la acción.

El tiempo que las personas tienen para poder informarse es limitado y la mejor manera de evitar que llegue la buena información es produciendo mucha mala información. Por un lado, resta tiempo a las personas que deben filtrar lo que reciben y, por otro, crean estados de opinión totalmente erróneos en línea con sus intereses inconfesables, distrayendo a las personas del objeto real de conocer para transformar. Por ello se impone simplificar la recepción de tantos estímulos para centrarnos en analizar las noticias que tengan algo que ver sobre la parte de la realidad que sea posible modificar.

Y precisamente sobre la pandemia no es ahora momento de investigar las causas que la provocaron. Ni tampoco es relevante, ahora, analizar el comportamiento que ha tenido el gobierno, o la Unión Europea o la OMS (Organización Mundial de la Salud). Tiempo habrá de indagar y esclarecer. En este momento importa, y mucho, centrarnos en cómo vamos a salir de esta crítica situación que tiene dos vertientes: La sanitaria, a corto plazo, para recobrar el ritmo social son precauciones suficientes para no volver a reproducir la epidemia. Y la económica, porque la estructura productiva de muchos países están sufriendo modificaciones y los cambios que se avecinan al menos deberían producirse a favor de las personas. Toda la información y propuestas sobre estas dos vertientes son las realmente necesarias. Todo lo demás genera miedo e inseguridad. Y aísla a las personas individualmente sin posibilidades de gestionar nada, paralizándolas, aunque pretendan que el compartir por redes es suficiente aportación en una comunidad sólo virtual de “creyentes”. Peor aún porque con estas “comunicaciones” de tamaña complejidad, llegan a sentirse tan pequeñas que acaban resignándose al destino, abandonándose a la “sabiduría” de los poderosos, que de esta forman las manejan a su antojo. Si alguien piensa que difundiendo esos contenidos ayuda, se equivoca totalmente.

Porque más que nunca en la historia de la humanidad la salida de esta tremenda crisis debe estar orientada por la ética. “La Ética se constituye como reflexión y disciplina precisamente porque la razón humana es incierta, porque los seres humanos estamos con-viviendo en un mundo interpretado…porque vivimos en un “mundo interpretado” en el que nunca nos sentimos seguros. (1) salvo que sepamos autogestionarlo colectivamente.

(1). Comentario de Vásquez Rocca sobre la obra: Pragmatismo, Ironismo liberal y Solidaridad de Richard Rorty.

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