Una necesaria obra de restauración en el Monte de la Torre

Por Manuel Álvarez Vázquez Cronista oficial de Los Barrios

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Dice un dicho popular que a la tercera va la vencida, con lo cual se entiende que si algo se malogra en su primer intento, hay que seguir perseverando hasta conseguirlo en otra próxima ocasión. Eso ha ocurrido con la restauración de la antigua atalaya o torre de vigía existente en el Monte de la Torre, en Los Barrios. Ya amenazaba con su ruina generalizada y destrucción final, en caso de no adoptar con urgencia las medidas correctoras oportunas. Era el efecto inevitable del paso del tiempo y del abandono sufrido por cualquier edificio que pierde su utilidad original o cuando después de incorporado a la abultada nómina honorífica del patrimonio cultural, se le olvida y relega en sus necesarias obras de mantenimiento o mejora.

Durante los últimos treinta años, en tres ocasiones se ha intentado restaurar dicha torre o atalaya. La primera y la segunda en el recién pasado siglo XX. Una a comienzos de los años ochenta y la otra a mediados de los noventa, sin que ninguna tuviese éxito. Salvo la redacción en ambas del informe justificativo previo, destacando en tal caso por su contenido el realizado por Carlos Gómez de Avellaneda en 1983. La tercera y definitiva oportunidad se ha producido antes de finalizar la primera década del siglo XXI. En esta ocasión, por fin, la tentativa deberá culminar con éxito merecido, gracias a la interesada confluencia de tres agentes: en primer lugar, el decidido apoyo de la Delegación Provincial de Cultura, a cuyo frente ahora se encuentra una política socialista barreña, Yolanda Peinado; en segundo lugar, la ilusionada tenacidad del algecireño Ángel Sáez, uno de los investigadores que mejor conoce la historia de las antiguas fortificaciones y torres medievales en torno a Gibraltar y bahía de Algeciras; por último, la oportuna y eficaz dirección del arquitecto tarifeño Pedro Gurriarán, que supone cierta garantía para que la restauración se acabe con plena satisfacción de todos.

Consolidación de la Torre de BotafuegosComo cronista oficial de Los Barrios, me alegro sinceramente de que se esté llevando a cabo tan necesaria restauración. Aunque debo advertir que he estado al margen de todo lo relacionado con la presente restauración. Recién llegado de vacaciones a la Villa, acabo de ser invitado por la nueva alcaldesa de Los Barrios, Ángeles Ariza, a que le acompañe en la visita proyectada con la delegada provincial de Cultura, para visitar el desarrollo en la referida obra de restauración.

Así pues, lejos de pretender atribuirme cualquier tipo de protagonismo, me limito modestamente a cumplir lo mejor posible con las funciones propias de cualquier cronista oficial. Acudir donde se le invita, si lo permiten las circunstancias personales de cada cual. O cuando es preciso, asesorar, informar y divulgar sobre la historia local, como gustosamente haré en este caso, a través de la apresurada y breve descripción acerca de dicha torre, que expongo a continuación.

La torre que se está restaurando se sitúa en un pequeño monte cuya altitud supera con creces el centenar de metros, siendo un excelente otero para divisar la bahía y caminería circundante. Es de planta cuadrada, mide en su base unos seis metros y medio de lado, mientras su altura conservada se aproxima a los diez metros. Sus cuatro paredes son casi verticales, en una de ellas hay una pequeña puerta, cuyo dintel está enmarcado por un arco de herradura. En su interior posee dos bóvedas superpuestas, presentando la más elevada otra abertura casi similar en tamaño a la puerta inferior, sobre cuyo eje se sitúa. Termina la torre en un terrado superior, que actualmente carece de pretil y del que apenas sobresalen los restos de sendos matacanes para defender los dos vanos o aberturas inferiores. Hace bastante tiempo en uno de sus ángulos observé resto de muro, que quizá formaron en su tiempo una pequeña cerca o corral, aunque también podría ser resto de algún muro o tapial de vivienda adosada a la torre, que la convertirían en otra “casa-torre”, de las que aún se citan por los alrededores en la documentación del siglo XVII.

La cronología exacta de la misma es dudosa debido a la imprecisión con la que se cita en la documentación del siglo XIV, generada durante la conquista de la Algeciras musulmana por parte del rey castellano Alfonso XI. Diversos investigadores campogibraltareños han dado referencia histórica sobre dicha torre, (Gómez de Avellaneda, 1983; Sáez, 1988 y 2001; Torremocha, 1994; Álvarez, 1995; etc.), siendo Ángel Sáez quien mayor atención le ha prestado.

Para Torremocha, considerando la presencia del arco de herradura indicado sobre la puerta inferior, le resulta aceptable su origen árabe, proponiendo incluso un origen califal. Para Sáez, en su primer trabajo citado elude establecer para la misma una cronología definitiva, pero en el siguiente, coincidiría conmigo en que, al menos, ya debió existir a mediados del siglo XIV, a pesar de los escaso e imprecisos detalles que sobre ella ofrece tanto la Crónica de Alfonso XI, como el Libro de la Montería, atribuido al propio rey Alfonso XI

Boveda de la  torre durante su restauración

El olvido de la denominación general de la torre ha hecho que le diese nombre propio al monte en que se encuentra, convirtiéndolo en Monte de la Torre, y éste a su vez daría luego nombre propio también a la torre, que localmente pasó a denominarse Torre del Monte de la Torre, lo que supone una redundancia innecesaria, que convendría suprimir. Para ello, Ángel Sáez, propuso la denominación de Torre de Botafuego, teniendo en cuenta la cercanía al mencionado arroyo que marca límite jurisdiccional entre Algeciras y Los Barrios. Luego, Antonio Torremocha aceptó esa nueva denominación, a la que también me sumé precipitadamente en su día, partiendo de la hipótesis de que pudo haber sido donada a Bartolomé Botafuego, destacado marino genovés, igual que Egidiol Bocanegra, que participaron en la conquista de Algeciras, quienes habrían recibido determinadas donaciones reales como premio a dicha actuación naval.

Sin embargo, al comprobar, que el topónimo “montecillo del Prior” sería la denominación más antigua que tuvo el actual Monte de la Torre y que, sin duda, sería un topónimo anterior al de Botafuego, rectifiqué mi anterior opinión, convencido de que la denominación más conveniente sería la de Torre del Prior, que hace clara referencia al entonces prior de la orden de San Juan de Jerusalén, que también desempeñó una destacada contribución en la conquista de Algeciras.

No obstante, para no alimentar vanas polémicas, decidí no continuar exponiendo mi anterior hipótesis, ni proponer otra nueva hasta que encontrar más documentación con suficiente peso probatorio, que incline la balanza en uno u otro sentido. Así, pues desde entonces en mis escritos posteriores, cuando debo citar dicha torre, indistintamente lo sigo haciendo como Torre de Botafuego o como atalaya del Monte de la Torre, sin querer precipitarme en otra nueva denominación, que, hasta ahora, sólo encuentra clara justificación en el detallado estudio de la toponimia reseñada en el Libro de la Montería, contejada con la mencionada en la Crónica de Alfonso XI.

Aspecto del terrado superior. Foto: Ángel Ríos

Para concluir esta breve noticia, conviene conocer al respecto que no es la única vez que se ha restaurado la atalaya del Monte de la Torre o Torre de Botafuego, ya que en la primera mitad del siglo XX, cuando su bóveda superior estaba derruida, el entonces propietario de la finca, Ernesto Larios y Sánchez de Piña, decidió por su cuenta restaurarla con una nueva bóveda de ladrillos en la que le sirvió de modelo otra similar, existente en el cuerpo de campanas de la Torre de la Iglesia de San Isidro.

Ernesto Larios pertenecía a una destacada familia campogibraltareña, con importantes intereses económicos y comerciales tanto en Gibraltar como en algunos pueblo del entorno. Precisamente, cuando, igual que su hermano Pablo Larios hizo en Guadacorte, decidió edificar una nueva mansión familiar en las inmediaciones de dicha torre, para sustituir las incomodidades del caserío del cortijo de La Almoguera, del que forma parte el Monte de la Torre, previamente conseguiría autorización para desviar el antiguo camino de Los Barrios a Algeciras, que entonces transcurría entre la torre y su proyectada mansión familiar.

Por lo tanto, antiguamente el carácter estratégico de la torre era superior al que ahora posee. Entonces era más cercano y eficaz su control sobre el viejo camino real que, tras cruzar el río Palmones, se dirigía a Algeciras o que desde esta ciudad se dirigía hacia Medina. Además, en los tiempo medievales, su posición privilegiada dominaba otras confluencias camineras, ya fuese la que penetraba a través del actual Hoyo de don Pedro, topónimo que podría hacer referencia al infante don Pedro, hijo de Alfonso XI, que también participó en la conquista de Algeciras.

Solo resta desear que la restauración se concluya correctamente y cumpla con las mejores expectativas proyectadas, para así garantizar su continuado disfrute a quienes se acerquen a ella para contemplar de cerca tan interesante testimonio de nuestro pasado y patrimonio cultural.

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