Accesibilidad: Retos y futuro para las personas con movilidad reducida

A día de hoy, existen todavía muchísimos obstáculos y problemas en el acceso de las personas con movilidad reducida tanto al espacio público, como al doméstico.

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Con la mirada puesta en un futuro que goce de una accesibilidad universal, cabe detectar los errores del sistema, gubernamental y humano, en favor de todas las personas. Porque ayudar está al alcance y es tarea indiscutible de todos.

Mejorando la accesibilidad

A pesar de los grandes hitos y proezas que caracterizan la especial sensibilidad del ser humano, a menudo existe un hondísimo vacío para con sus semejantes. En el campo de las personas con movilidad reducida, y haciendo hincapié en el ámbito del exterior, muchas calles y establecimientos carecen de sistemas o vías de accesibilidad que faciliten su libre movimiento. En este contexto, un elemento tan aparentemente trivial como una escalera puede convertirse en un desmoralizante obstáculo.   

Esa privación de la libertad ha llevado a fabricantes como Metalu a focalizar sus objetivos en el compromiso de la accesibilidad en piscinas desde 1996. Con la premisa de una piscina sin barreras, su labor consiste en la fabricación de elevadores que permitan a aquellas personas con movilidad reducida acceder a un baño. Además, su página web incluye apartados con más información respecto qué hoteles y piscinas municipales gozan de dichos ascensores. Así como un detallado blog con datos al respecto y modelos de sillas elevadoras.

Aunque algunas empresas pongan su granito de arena en favor de la accesibilidad, todavía queda un largo camino por recorrer. Y es que las políticas de accesibilidad, si no inexistentes, son a menudo demasiado pobres. Fomentar lugares y espacios de acceso aptos para personas con movilidad reducida no es sólo cuestión de empatía. Tiene que ver con el sentido común y con la maravillosa fuente de aportaciones útiles que el ser humano puede todavía brindar para la humanidad y el mundo.

Datos para reelaborar un mundo accesible

Habitualmente, se suele dejar de lado a las personas con movilidad reducida por una cuestión de discriminación y dependencia. Y a pesar de que ayudar debería estar en el manual de conducta de cualquiera, algunos datos al respecto erizan la piel. Según la COCEMFE (Confederación Española de Personas con Discapacidad), casi 2 millones de personas con movilidad reducida requieren ayuda para salir de casa, mientras que unos alarmantes 100.000 jamás salen de su hogar. ¿Una de las razones? La ausencia de accesibilidad a sus viviendas de residencia.

Los datos de la COCEMFE también revelan que de entre las personas con movilidad reducida, al menos un 22% ha cambiado de domicilio debido a ello. Un gran número de ellos, entorno a un 73%, recurre a la ayuda de amigos y familiares. Y a pesar de que la ayuda es buena, ¿qué ocurriría si nadie pudiera concederla? Ante la ausencia de un posible apoyo, independientemente del motivo, la noción sobre la falta de autonomía arremete contra el estado de ánimo. Por consiguiente, la opción de salir de casa se reduce nuevamente.

Cuanto a las ayudas económicas en favor de la accesibilidad, un escaso 12% de los edificios donde residen han recibido ayuda. Y más de la mitad de un 28% no ha obtenido adaptación alguna tras hablar con su comunidad de vecinos. A riesgo de caer en el silencio o el olvido, es preciso que, contra el achaque al estado de ánimo de las personas con movilidad reducida, se plantee un mundo más accesible. Y el esperanzador porvenir de las últimas tecnologías tiene la llave de dicha puerta.

Por una ausencia de obstáculos

Uno de los mayores beneficios de la era digital es la posibilidad de realizar compras desde un dispositivo móvil. Un hecho que facilita sobremanera el necesario y positivo autoabastecimiento de las personas con movilidad reducida. Sin embargo, existe una brecha generacional que establece una desvinculación de la gente de la tercera edad con el estadio virtual. Pero lejos de la aplicación tecnológica en relación a la gestión del día a día, los nuevos avances del sector han aportado innovadoras herramientas para facilitar la movilidad.

Desde prótesis sensibles al tacto y, por ende, proclives a una mejor adaptación a la textura del entorno. Hasta modernos exoesqueletos que se ciñen a las piernas u otras articulaciones sirviendo como músculo robótico. Estos beneficiosos cambios también se trasladan a viviendas más ergonómicas, con mesas de altura regulable o puertas y pasillos de más anchura. Del mismo modo que sofisticados chips para parapléjicos, cuyo objetivo es el de ejercitar mediante impulsos eléctricos entre los nervios espinales.

Son tan sólo unos pocos ejemplos de toda la ayuda que está todavía por llegar. Del mismo modo que la ciencia y la tecnología avanzan, la arquitectura callejera debe también adaptar sus espacios a las personas con movilidad reducida. Porque el mundo no es sólo de unos pocos y nadie jamás merece discriminación alguna. Y como vaticinó el neurólogo inglés Oliver Sacks, cabe desear “un mundo que considera la discapacidad, física o mental, no como un obstáculo; sino como atributos únicos que se pueden ver como activos potentes si se les brindan las oportunidades adecuadas”.

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