En el enrarecido panorama político local, está aflorando la supuesta participación en las próximas elecciones locales de nuevas candidaturas. A río revuelto ganancia de pescadores.
Tengo claro y asumido que es necesaria una bocanada de aire fresco sobre este panorama, pero otra parte de mí me hace pensar que candidaturas viejas con caras conocidas en la política local quieran plantear mensajes nuevos, de renovación, de aire fresco.
En el día a día existe un riesgo claro de parálisis política, la gestión parece ocupada en dejarse llevar por la inercia de la gestión diaria y como máximo objetivo únicamente conseguir dinero para pagar las nóminas del abultado número de trabajadores del ayuntamiento. No se atisba otro horizonte.
Vemos este deterioro progresivo de la ética democrática; por un lado, los escándalos en todos los escalones de la política nacional e internacional y, por otro, vemos el efecto, que no es nuevo pero sin duda es preocupante, de la berlusconización de la política, el que a sabiendas que un político está imputado se le vote.
En el ámbito local se añade, además, la inmoralidad de trabajadores que en el seno del ayuntamiento cobran sueldos a todas luces abusivos, con la que está cayendo, con la magnitud de la crisis económica en la que estamos inmersos y con un supuesto gobierno de izquierda que asume este hecho como algo consustancial al funcionamiento de una administración local.
El alejamiento de la ciudadanía de la política es un hecho cada vez mas claro. Que se permita votar cada cuatro años a listas que, por otra parte, son cerradas no asegura la sanidad del sistema. La política de partidos con su configuración y jerarquización actual no aclara para nada la situación. Estos hechos deberían hacer reflexionar a los políticos actuales para buscar un camino más acorde con estos tiempos que nos ha tocado vivir.
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