Padre Curro,
tus vecinos de Los Barrios estamos de luto
por la triste perdida que supone el dejar de tener en este mundo,
a hombre y guía espiritual tan formidable,
una persona que merece los más grandes homenajes
porque por Algeciras, Tarifa, Ceuta y los diferentes lugares
donde ejerció su sagrado ministerio dejó no a unos feligreses
sino a unos amigos para siempre.
Padre Curro,
hijo de unos padres de lujo,
unos barreños auténticos que llenos de gozo
recibieron con satisfacción y alborozo
en aquellos juveniles años suyos
la decisión de que la vocación religiosa
prendía en aquel muchacho para ser llama de dicha grandiosa
y, bajo la bella torre de esta iglesia de San Isidro
a su buena y espiritual sombra, crecía ese niño
para llegar a ser un hombre ejemplar
al consagrado servicio de la comunidad.
Padre Curro,
Tus palabras, esas homilías tuyas,
no solo quedan intramuros de los templos en que oficios religiosos impartiste,
esas verbas, cual semilla que con nosotros compartiste,
están esparcidas en los humanos campos de tu feligresía
y ellas son las hermosas flores de esperanza de vida
el fruto que hoy conforma espiga hermosa y linda.
Padre Curro,
nos embarga la emoción
y no te decimos adiós,
y sí un emotivo hasta luego, buen guía y amigo
y, con nuestra sencilla oración,
rogamos por tu alma
pidiendo que intercedas para que mañana
nos ayude a verte como tú bien mereces
de un sitio en ese celestial altar.
Padre Curro,
tú nunca de nosotros te irás
porque quien, como el Padre Curro, ejemplos con sus obras da,
siempre tiene un sitio en los humanos corazones.
En paz descanses,
tú, quien paz siempre por este mundo sembraste;
pues de lo que se da se recibe
y, a todos los que vivimos tu tiempo nos la diste.
Gracias, Padre Curro
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