Renuncia de Benedicto XVI

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José Salguero Duarte | Periodista y escritor

“La Iglesia a pesar de ser uno de los estados políticos más pequeños de cuantos existen, es de los más poderosos”

La renuncia al papado el lunes 11 pasado por parte de Benedicto XVI, pilló por sorpresa a gran parte de la Iglesia y al resto de la humanidad, al ser una medida inusual teniéndonos que remontar al 1294 con Celestino V cuando hizo algo igual o similar.

Tal renuncia del papa Benedicto XVI, a pesar de declarar varios días después que “lo hizo en plena libertad y para el bien de la Iglesia”. Es, más que probable, que sea como consecuencia de las luchas internas existentes en la curia, al ser mucho lo que se cuece en las celdas benedictinas y en las otras, porque de lo que se trata es de alcanzar el papado por el mucho poder que se tiene.

La Iglesia a pesar de ser uno de los estados políticos más pequeños de cuantos existen; es, sin embargo, uno de los más poderosos del Planeta, teniendo extendidos sus tentáculos en los lugares más recónditos. Por ello, los ‘tiburones’ de la Iglesia mueven fichas para colocar en la cima a sus líderes.

Hay que recordar, que Benedicto XVI tuvo que pedir perdón en nombre de la Iglesia, por los numerosos escándalos de pederastas existentes en el seno de la misma desde hace siglos. Siendo otro de los escándalos recientes que ha salpicado también a la Santa Sede, la filtración de documentos privados por parte del mayordomo personal del Papa, Paolo Grabiele, al que sentaron en el banquillo y juzgaron los tribunales eclesiásticos.

También, quedará de este Papa, entre otros asuntos de cierta trascendencia, la confusión creada con las afirmaciones que hizo referentes a que en el Portal de Belén no hubo ni mula ni buey, así como, que tampoco los Reyes Magos proceden de Oriente sino de los Tartessos afincados por Huelva, Sevilla o Cádiz.

No extrañándome lo más mínimo que lo anterior del Papa haya ocurrido, porque la Iglesia siempre ha vendido humo para mantener el chiringuito de su negocio. Por lo tanto, es anecdótico que la renuncia oficial de Benedicto XVI, al parecer, se producirá a la taurina hora de las cinco en punto de la tarde del próximo 28 de febrero, día del Estatuto de la comunidad autónoma andaluza. Para posteriormente S.S. pasar el resto de sus días, no en un hogar de la tercera edad normal, sino en un convento muy bien atendido.

Por ello y por mucho más que obvio, me la repamplinfa lo de Benedicto y la Iglesia, de igual forma que se la repamplinfaría también el filósofo Claude Henri de Rouvroy conde de Saint Simon (1760-1865). Personaje que estaba destinado a ser militar al pertenecer a una familia aristocrática francesa. El que durante la Revolución Francesa, al estar en contra del derramamiento de sangre, renunció a la milicia haciéndose republicano.

Posteriormente Saint Simon fue encarcelado por sus relaciones con Danton. Y también le costó otro proceso penal, por decir desde sus creencias políticas y pensamientos filosóficos que “si Francia perdiera sus principales físicos, químicos, agricultores, herreros etc., sería un cuerpo sin alma; en cambio, si Francia perdiera a todos los hombres considerados más importantes del Estado, el hecho no reportaría más pena que la sentimental”.

Servidor, no ha sentido pena alguna con la renuncia del Papa, porque si “a rey muerto otro en su puesto’, eso es lo que ocurrirá en su sucesión. Por ello, la Iglesia proseguirá por su camino y yo por el mío, porque no comulgo con la doctrina que divulgan y practican la inmensa mayoría de los enviados por Dios a la Tierra.

Pero, por el contrario, no puedo olvidarme de esas monjas, que tanto han hecho y siguen haciendo por la humanidad, con su labor incansable de servicio a los desamparados. Admirándolas y respetándolas, de igual forma que admiro y respeto a los curas que están por el cada día más extenso tercer mundo y, por las barriadas marginales de las grandes urbes del capitalismo más rimbombante; entregando sus vidas por los menos favorecidos, pasando toda clase de penurias, y predicando con sus cívicos ejemplos.

Siendo un claro ejemplo de esa humanidad el cura Andrés González, de la humilde pero grandiosa parroquia de la barriada de Pescadores de Algeciras (Cádiz), al que le fue concedido el ‘Premio Miel’ de 2011, por su gran labor realizada hacia los más necesitados. Siendo otro claro ejemplo de bondad y bien el padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz.

Consecuentemente, mi oración favorita no es una de las tradicionales de la Iglesia, porque desde que tuve conciencia de la triste realidad social, política y religiosa que me envolvía en esta jungla, mi oración preferida es la Oración de la Serenidad escrita por Reinhold Niebuhr que dice:

“Señor concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. Valor para cambiar aquellas que puedo. Y sabiduría para reconocer la diferencia”. Amén.

Rincón poético

Ángel con corazón de almíbar

Era un ángel de la guarda,

que se presentó ante mí,

sereno, tranquilo y callado

huyendo de la Iglesia.

Y en el umbral de la

incredulidad, me bebí

recelosamente su sombra.

Bendito seas

Bendito seas señor.

Bendito seas pastor.

Bendito seas labrador.

Alabad a vuestro patrón,

si es que no os explota,

trabajando de sol a sol.

Hostias recién horneadas

Indiferente me encuentro,

en la calle de nadie,

zigzagueando de acera en acera.

Siendo interceptado por el silbo del centinela,

que vigilante me acechaba desde la torre vigía.

Y tras encontrarnos en el rellano

del cruce más próximo,

me recetó una ración de hostias recién horneadas.

Ahuyentándome poco después,

porque el toque de queda,

estaba vigente en su tránsito.

Del libro de poemas titulado: Flores y guerras,

de José Salguero Duarte.

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