Thriller

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Muertos. Esa es la sensación que me han causado los miembros y miembras (sic Bibiana Aído) del grupo municipal socialista en el debate sobre el estado de la Villa. Son como los zombis que acompañaban al desaparecido Michael Jackson mientras cantaba uno de sus mayores éxitos, con la diferencia de que aquellos se movían.

Ante un rival como Jorge Romero, acostumbrado a batirse el cobre con Alonso Rojas, han sido un pelele en manos de un púgil experimentado que los ha vapuleado sin remisión.

Al portavoz socialista, Alfonso Pecino, lo han puesto de carne de cañón. Quién sabe si será una artimaña para cargárselo en esa lucha interna por la delegación de Urbanismo que hay entre él, Javier Grimaldi y el mismísimo Antonio Rodríguez, que no parece dispuesto a dejar que le meneen la concejalía. Bueno, habría que ver a estos dos últimos haciendo de portavoz con esa facilidad de palabra con que les ha dotado la naturaleza.

Muy significativo el silencio de Geli Ariza, que debió ser quien abriese la contienda, no la oposición. Es como si en el debate sobre el estado de la nación Zapatero le cediese ese honor a Rajoy. Por eso intuyo que en esa decisión hay más de navajerismo fratricida que de conveniencia.

A doña Geli se le ve mala leche en esas miradas que lanza cuando le explotan en la cara asuntos que no le gustan, prepotencia también, pero en inteligencia y cintura política, la alcaldesa en funciones posee lo mínimo que se despacha para ser edil, nada.

La presumible alcaldesa-presidenta se bloqueó y tuvo que tragarse el rosario de cosas mal hechas con que les flageló la oposición, sobre todo el líder andalucista, que de paso le hizo tragarse un sapo a dona Geli: las facturaciones que hacía desde la delegación de Juventud al estudio fotográfico que su hijo comparte con la novia y el intento de regalarle un trabajito para el ayuntamiento por 28.000 euros.

Tampoco estuvo acertada la primera edil cuando reiteradamente exigió a un sindicalista que retirase una pancarta que exhibía. Hasta ese momento muy pocos se habían percatado del hecho y el caso hubiese pasado sin pena ni gloria, pero ella se emperró y tuvo que acudir el jefe de la Policía Local. Un numerito que por suerte no fue a más, porque si al delegado le da por negarse al policía no le hubiese quedado otra que forcejear para quitarle la pancarta, y vete a saber cómo habría terminado aquello.

Doña Geli hizo de un grano de arena una colina y pasto para algún ágil fotógrafo que sacó de allí su tema del día.

Montedeoca tampoco salió indemne cuando Romero, a propósito de las ideologías, lo puso como ejemplo de dedicación al PSOE, un esfuerzo que su partido le ha mal pagado poniendo en la alcaldía a otra persona. Y luego cuando lo invitó a apoyar la propuesta andalucista de aclarar las cuentas de las empresas municipales, oscurantismo que el ex concejal de Hacienda había criticado públicamente.

¿Y Tocón? ¿Dónde te has metido, hombre?

En fin, quizás este debate se olvide pronto, pero ha revelado la falta de argumentos de los que todavía gobiernan los designios de Los Barrios y, lo más grave, que el futuro con ellos todavía puede ser peor.

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